El misterio de la estación abandonada


En un pequeño pueblo llamado Pueblo Alegre, un grupo de amigos y amigas se reunieron en la plaza principal para pasar una tarde divertida juntos.

Entre risas y juegos, uno de ellos mencionó algo que había escuchado: que en la antigua estación de tren del pueblo rondaba un fantasma por las noches. - ¡Qué miedo! ¿De verdad creen que haya un fantasma ahí? -preguntó Valentina con los ojos bien abiertos.

- No lo sé, pero sería emocionante investigar -dijo Facu, el más valiente del grupo. Así fue como decidieron ir a la estación de tren esa misma noche. Armados con linternas y coraje, se adentraron en el viejo edificio abandonado.

El viento soplaba fuerte y hacía crujir las vigas de madera, creando un ambiente aún más misterioso. - Escuché algo... -susurró Julieta, agarrándose del brazo de Tomás. - Tranquila, seguro es solo el viento -trató de calmarla Tomás mientras avanzaban por los oscuros pasillos.

De repente, una sombra apareció frente a ellos. Todos contuvieron la respiración y apuntaron sus linternas hacia ella. Para su sorpresa, no era un fantasma, sino un gato negro asustado que maullaba pidiendo ayuda.

- ¡Es solo un gatito! -exclamó emocionada Sofía al agacharse para acariciarlo. Al iluminar mejor el lugar con sus linternas, descubrieron que la estación estaba llena de murciélagos colgando del techo y telarañas por todas partes.

Aunque no encontraron ningún fantasma, sí hallaron algo interesante: antiguos carteles y fotografías que contaban la historia del ferrocarril en el pueblo. - ¡Esto es increíble! Nunca imaginamos encontrar tantas cosas aquí dentro -dijo Facu maravillado mientras observaban las reliquias del pasado.

Al salir de la estación, ya con el sol saliendo en el horizonte, los amigos conversaban animadamente sobre lo vivido esa noche.

Aunque no habían encontrado al supuesto fantasma, habían descubierto una parte importante de la historia de su pueblo y habían vivido una aventura inolvidable juntos. Desde ese día en adelante, cada vez que pasaban por la estación recordaban aquella noche llena de emoción y aprendizajes.

Y aunque nunca más volvieron a escuchar rumores sobre fantasmas en aquel lugar, sabían que siempre tendrían historias por compartir y recuerdos para atesorar gracias a su valentía y curiosidad.

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