El Misterio de la Estrella Brillante
Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Luzville, donde todos los años se celebraba la Navidad con gran alegría. Las calles se llenaban de luces, los hogares lucían adornados y el aire estaba impregnado del aroma a galletitas de jengibre. Este año, los niños del pueblo estaban muy emocionados por un evento especial: la llegada de la Estrella Brillante, un fenómeno que solo sucedía cada cinco años en Navidad.
Una mañana, mientras Samy y su amiga Lila estaban construyendo un muñeco de nieve, Samy exclamó:
"Lila, ¿no puede ser que el próximo fin de semana sea la noche de la estrella?"
"¡Sí, Samy! La abuela me dijo que es un momento mágico, donde los deseos pueden cumplirse. ¡Debemos pedir un deseo grande!"
Decidieron que querían tener una fiesta navideña para todos los niños del pueblo, ya que el año pasado, muchos no habían podido celebrarla. Pero había un pequeño problema, no sabían cómo organizarla ni dónde conseguir los materiales. Entonces, se les ocurrió una idea brillante: ¡hablar con los demás niños para unir fuerzas!
Llamaron a su grupo de amigos: Tomás, Ana y Julián, y se reunieron en la plaza de Luzville.
"Chicos, necesitamos su ayuda. Queremos hacer una fiesta donde todos puedan venir y disfrutar. ¿Qué les parece?" propuso Lila.
"¡Me encanta! Pero, ¿cómo lo hacemos?" dijo Ana.
Samy sugirió:
"Podemos vender galletitas y algunos adornos navideños que hagamos. Y con lo que ganemos, comprar lo que falte para la fiesta."
"¡Genial! Además, también podemos invitar a los adultos para que nos ayuden. ¡Seguro que podemos hacer algo grande!" agregó Tomás.
Los niños se pusieron manos a la obra: hornearon galletitas, decoraron la plaza con luces y armaron un hermoso árbol navideño. Pero a medida que se acercaba el fin de semana, comenzaron a notar que la Estrella Brillante no aparecía.
"¿Y si no aparece? ¿Y si no podemos hacer la fiesta?" preguntó Julián con tristeza.
"No, no debemos perder la esperanza. La Estrella Brillante puede ser un símbolo de unión. ¡Sigamos trabajando!" alentó Samy.
Finalmente, llegó el día de la fiesta y, para sorpresa de todos, justo cuando comenzaron a atender a los invitados, la Estrella Brillante apareció en el cielo, iluminando todo el pueblo.
"¡Miren! ¡La estrella!" gritó Ana.
"¡Es hermosa! ¡Es como si nos estuviera sonriendo!" dijo Julián emocionado.
La fiesta fue un éxito rotundo. Los niños jugaban, reían y compartían galletitas. Era el momento que todos habían esperado. Pero el verdadero giro de la historia ocurrió cuando al mirar hacia el cielo, descubrieron que cada niño, al ver la estrella, había hecho su deseo.
Samy y Lila, observando la felicidad en los rostros de sus amigos y vecinos, se dieron cuenta de que habían logrado algo mucho más grande que solo una fiesta.
"Nuestra fiesta no solo unió a los niños, unió a todo el pueblo." dijo Lila.
"Y lo más lindo es que todos pusimos nuestro granito de arena para hacerlo posible. Eso es lo que de verdad importa en la Navidad: compartir y estar juntos." concluyó Samy.
Así, Luzville no solo celebró la llegada de la Estrella Brillante, sino que aprendió el valor de la colaboración y la magia de compartir momentos. Aquella Navidad se convirtió en un hermoso recuerdo que los niños atesorarían para siempre, recordando que la verdadera magia estaba en la unión y la camaradería.
A partir de ese año, la tradición se estableció: cada Navidad, los niños de Luzville se reunían para celebrar y compartir, recordando siempre que los deseos pueden hacerse realidad cuando se trabaja juntos.
FIN.