El misterio de la fábrica de azúcar



Había una vez en el pequeño pueblo de Dulcelandia, un grupo de estudiantes de primer grado muy preocupados por la contaminación que generaba la fábrica de azúcar.

Todos los días veían cómo salían humos oscuros de las chimeneas y cómo el río cercano se volvía cada vez más sucio. Los niños se preguntaban qué podían hacer para detener esa contaminación y salvar al planeta. Un día, la maestra Laura les propuso una idea.

"¿Y si creamos un plan para encontrar una solución a este problema?", les dijo con entusiasmo. Los niños asintieron emocionados y se pusieron manos a la obra.

Decidieron investigar sobre la contaminación y descubrieron que podían hacer una protesta pacífica para llamar la atención de los adultos. Con mucha creatividad, elaboraron carteles llamativos y organizaron una marcha hacia la fábrica de azúcar. De repente, algo inesperado sucedió. El dueño de la fábrica, Don Carmelo, se acercó a los niños y les preguntó por qué estaban protestando.

Los niños, un poco nerviosos, le explicaron cómo la fábrica estaba contaminando el aire y el agua del pueblo. Don Carmelo, sorprendido por la valentía y determinación de los niños, les aseguró que tomaría medidas inmediatas para reducir la contaminación.

Y así fue, la fábrica de azúcar comenzó a implementar nuevas tecnologías para reducir su impacto ambiental. Los niños se sintieron orgullosos de haber logrado un cambio positivo en su comunidad.

Desde ese día, se convirtieron en guardianes del medio ambiente, promoviendo la importancia de cuidar la naturaleza. Su valentía y compromiso habían marcado la diferencia.

FIN.

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