El misterio de la finca encantada
En la cima de una olvidada montaña, había una hermosa finca llamada "La Vista", donde vivían Don Pedro y su hija Sofía. La finca era conocida por sus verdes prados y sus frutales, pero desde hacía meses, una sombra oscura aparecía cada noche, reclamando la tierra como si le perteneciera. La sombra, los habitantes la llamaban ‘El Diablo’, un personaje aterrador que se paseaba entre los árboles advirtiendo que era hora de rendirse.
Cada noche, al caer el sol, una niebla espesa cubría la finca y se escuchaban ecos extraños.
"¡Rápido, Sofía! ¡Cierren las ventanas y aseguren la puerta!" - gritaba Don Pedro, mientras recogía sus herramientas de trabajo.
"Papá, ¿por qué tenemos que encerrarnos? No entiendo por qué vienen a reclamar nuestra casa. ¿No podemos hablar con ellos?" - preguntaba Sofía, con la curiosidad brillando en sus ojos.
"Los que vienen no son de fiar. Solo buscan asustarnos y quitarnos lo que hemos construido. No quiero que te expongas, hija. Hay que ser precavidos."
Así, con el alma asustada, Sofía y Don Pedro se metían en la cocina, donde había un gran retrato de una mujer, lleno de colores y sonrisas, que siempre les había traído tranquilidad. En cada ronda de reclamos, cerraban los ojos y pedían a la imagen de la mujer que cuidara de ellos. Pero Sofía no podía dejar de pensar que quizás, tal vez, hubo una forma de evitar ese temor.
Una noche, mientras la niebla cubría todo, Sofía decidió que ya no podía aguantar más. Mientras Don Pedro se había dormido, ella se armó de valor y salió sigilosamente hacia la oscuridad. Al cruzar el umbral de la puerta, se encontró con la sombra famosa de la finca, el temido ‘El Diablo’. Pero en lugar de ser un personaje aterrador, era solo un hombre triste con ojos profundos.
"¿Eres tú el que han llamado ‘El Diablo’?" - preguntó Sofía.
"Sí, lo soy -susurró el hombre mientras la brisa movía su capa-. Vengo a reclamar lo que es mío, esta tierra me pertenece desde hace muchos años."
"¿Por qué?" - inquirió Sofía, asombrada por su respuesta.
"Unos años atrás, fui engañado y perdí mi hogar. He estado buscando un lugar donde sentirme en paz, pero las personas me ven solo como un monstruo y nunca se atreven a escucharme."
La niña sintió tristeza al ver que la sombra no era un aterrador demonio, sino alguien que solo había perdido lo que más quería. Se atrevió a dar un paso hacia adelante.
"Quizás no tienes que reclamar lo que realmente no es tuyo. Quizás podríamos encontrar una solución juntos. ¿Te gustaría hablar con mi papá? Mi familia puede ayudarte a recuperar tu paz."
El hombre se quedó sorprendido por la valentía de Sofía. La sombra de su figura se desvaneció por un momento.
"¿Hablar? Nadie ha querido hablarme en años. Todos temen a la sombra que llevo."
"Yo no tengo miedo. Solo quiero ayudar. El miedo puede transformarse en amistad si se le da una oportunidad. Te prometo que mi papá no te echará. Vamos, ven conmigo."
Así, Sofía regresó a la casa y con un profundo susurro le explicó a su padre lo que había descubierto. Don Pedro no podía creer lo que su hija había hecho, pero su corazón se llenó de orgullo.
"Si ella es valiente, yo también lo seré. Nos reuniremos con él y, tal vez, podamos aclarar este malentendido." - dijo Don Pedro, decididamente.
Al día siguiente, Don Pedro y Sofía se encontraron con ‘El Diablo’. Pero en lugar de una imagen aterradora, encontraron a un hombre cansado, que les ayudó a entender sus miedos.
"No quiero pelear, solo deseo encontrar paz. Si ustedes me permiten quedarme en estas tierras, puedo ayudarles a cuidar su hogar a cambio de un lugar donde vivir." - explicó el hombre, que con el tiempo dejó de ser solo la sombra.
Finalmente, la familia decidió abrir su corazón. Con el paso de los días, ‘El Diablo’ se transformó en un buen amigo y protector de La Vista.
"Gracias por darme una oportunidad. Este lugar ahora también es hogar para mí" - dijo el hombre.
Así, la finca no solo se llenó de risas y vida nuevamente, sino que la amistad entre ellos logró que la sombra se transformara en luz. El miedo se convirtió en una conexión única y valiosa.
Sofía había aprendido que a veces lo que más tememos puede ser simplemente un malentendido. Lo importante es escuchar y brindar una mano, ya que nadie es un monstruo si hay respeto y amor. Y así, en cada anochecer, la niebla se aclaraba, desvaneciendo el miedo y dando paso a una nueva amistad.
FIN.