El Misterio de la Isla Arcoíris



Érase una vez, en un pequeño pueblo costero llamado Brillamar, un grupo de amigos inseparables: Leo, una curiosa galletita de chocolate, Tita, una ardilla vivaz y rápida, y Pipo, un pez globo sonriente. Juntos pasaban los días explorando la playa y los alrededores, buscando tesoros y aventuras.

Un día, mientras jugaban en la orilla, Leo encontró un viejo mapa arrugado bajo la arena. "¡Miren lo que encontré!", exclamó emocionado Leo, agitando el mapa frente a sus amigos.

"¿Qué es eso?", preguntó Tita, acercándose con sus ojitos brillantes.

"Parece un mapa del tesoro!", respondió Pipo, inflándose de emoción.

Los tres amigos decidieron seguir el mapa, que prometía llevarlos a la Isla Arcoíris, un lugar misterioso que, según las leyendas, tenía colores que nunca se habían visto antes. Sin dudarlo, se hicieron a la mar en una pequeña canoa que encontraron en la playa.

Después de remar durante un buen rato, llegaron a una isla llena de plantas y flores que brillaban en diferentes colores.

"¡Es hermosa!", dijo Tita, saltando de alegría.

"Pero debemos tener cuidado. El mapa menciona un guardián de la isla", advirtió Pipo.

A medida que exploraban, notaron que el viento susurraba entre los árboles y parecía guiarlos. De pronto, apareción un loro colorido, que los observaba desde su rama.

"¡Hola, pequeños exploradores!", dijo el loro con una voz melodiosa.

"¡Hola! ¿Eres el guardián de la isla?", preguntó Leo, intrigado.

"Sí, soy Ringo. Han llegado a mi hogar, pero para quedarse deben demostrar que son dignos. Tendrán que resolver tres acertijos", explicó el loro con una sonrisa.

Los amigos se miraron entre sí y, tras un breve intercambio de miradas decididas, aceptaron el desafío.

"¡Estamos listos!", dijo Tita valientemente.

Ringo primero les planteó un acertijo: "¿Qué es tan frágil que decir su nombre lo rompe?"

Leo frunció el ceño, pensativo. "Creo que es el silencio!"

"Correcto!", chilló Ringo, aplaudiendo sus alas. –"Ahora, el segundo acertijo: ¿qué siempre llega pero nunca se queda?"

Pipo, que siempre estaba listo con su buena memoria, respondió rápidamente: "¡El mañana!"

"¡Impresionante!", exclamó Ringo. –"Ahora el último: ¿qué puede ser roto sin ser tocado?"

Todos se quedaron en silencio, pensando cada uno en su respuesta. Finalmente, Tita exclamó: "¡La promesa!"

"¡Han ganado!", gritó Ringo con alegría. –"Pueden quedase aquí, pero sólo si buscan la representación del color más hermoso de la isla.”

Los amigos estaban emocionados. Ringo les explicó: "En la cima de la colina hay una flor mágica que brilla con el color más bello. Si la encuentran, obtendrán mi bendición!"

Los tres corrieron hacia la colina, enfrentándose a varios desafíos: sortearon un río brillante, esquivaron ramas móviles y ayudaron a un pequeño caracol a encontrar su camino. Al final, llegaron a lo alto de la colina, donde encontraron la flor con los colores más inexplicables y radiantes de la isla.

"¡Lo logramos!", gritaron todos juntos.

Ringo apareció de nuevo, observando con orgullo a los amigos. "Ustedes son verdaderamente valientes y generosos. Ahora la Isla Arcoíris es también su hogar. Prometan cuidar de ella y compartir sus colores con el mundo.

Con una alegría inmensa, Leo, Tita y Pipo prometieron cuidar la isla y sus amigos. Regresaron a Brillamar, donde contaron la historia de la Isla Arcoíris, llevándose un pedacito de su magia en sus corazones y enseñando a otros a ser responsables con la naturaleza.

Y así, cada vez que miraban al horizonte, recordaban su gran aventura y lo importante que era cuidar el maravilloso mundo que los rodeaba.

FIN.

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