El Misterio de la Isla de los Colores



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde las casas estaban pintadas de los colores más vibrantes y la gente siempre tenía una sonrisa en el rostro. En este lugar vivía una niña llamada Lila, que soñaba con explorar más allá de su pueblo.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su abuela, Lila encontró un viejo mapa que tenía un gran 'X' marcado justo en el centro de una isla que no estaba lejos de su pueblo.

- ¡Mirá, abuela! -exclamó Lila-. ¡Es un mapa del tesoro! Quiero ir a esa isla.

La abuela se asomó y observó el mapa con curiosidad.

- Eso parece interesante, pero esa isla es conocida como la Isla de los Colores. Se dice que de lo que más se cuida allí es de la alegría de los niños. -

Lila se emocionó aún más y decidió que al día siguiente zarparía en una pequeña balsa que había en la costa.

Esa noche, Lila empaquetó algunas galletas y se preparó para su aventura. Al amanecer, la niña se despidió de su abuela y, con el viento soplando en sus cabellos, remó hacia la isla. Al llegar, se dio cuenta de que era un lugar maravilloso, lleno de árboles, flores multicolores y mariposas que revoloteaban felices.

A medida que Lila exploraba, se encontró con un grupo de niños que jugaban y reían.

- ¡Hola! -les dijo Lila-. Estoy aquí para descubrir el tesoro de la isla.

Los niños se miraron entre sí, confundidos.

- Pero aquí no hay tesoros, solo diversión. -dijo uno de ellos. - La verdadera riqueza de esta isla es la amistad y la alegría.

Lila frunció el ceño, un poco decepcionada.

- Pero yo quería encontrar algo brillante y hermoso. -

La más pequeña del grupo, una niña de cabello rizado, se acercó a Lila.

- Ven, voy a mostrarte algo increíble. -

Juntas, llevaron a Lila a un claro donde había un hermoso arroyo lleno de piedras preciosas que brillaban con el sol. Lila quedó fascinada.

- ¡Es impresionante! -gritó.

- Sí, pero el secreto es que son más bellas cuando jugamos y reímos aquí. -dijo la niña.

Lila se dio cuenta de que la verdadera magia de la isla no eran sólo esas piedras, sino el momento compartido con aquellos nuevos amigos. Jugaron, corrieron, contaron historias y, aunque no encontró oro, había encontrado algo mucho más valioso: la felicidad.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Lila supo que debía regresar a casa, pero no se sentía triste.

- Gracias por un día tan increíble. -les dijo a sus nuevos amigos.

- Siempre puedes volver. -respondieron ellos. - Aquí siempre habrá alegría para compartir.

Lila volvió al pueblo con el corazón lleno de recuerdos y una gran sonrisa. Aprendió que a veces, lo que buscamos no es lo que realmente necesitamos, y que la alegría se encuentra en los lugares y momentos más inesperados.

Y así, Lila siguió disfrutando de su vida en Arcoíris, recordando cada día que lo importante era compartir sonrisas y aventuras con quienes ama. Y de vez en cuando, volvía a la Isla de los Colores, donde no solo jugaba, sino que también sembraba más alegría en su corazón y en el de los demás.

FIN.

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