El Misterio de la Laguna Brillante
Había una vez, en un pequeño pueblo al borde de una vasta selva, una misteriosa laguna que llamaban Laguna Brillante. Los ancianos del lugar contaban historias sobre esta laguna, donde los espíritus de los ancestros indígenas flotaban en sus aguas y concedían deseos a quien los respetara. Sin embargo, también advertían que quien interrumpiera el equilibrio de la naturaleza caerían en las garras de seres terroríficos que habitaban el bosque.
Un día, un grupo de niños, liderados por un valiente chico llamado Nahuel, decidió aventurarse hasta la Laguna Brillante. "¿No te da miedo, Nahuel?"- preguntó su amiga Lila, con una mezcla de miedo y emoción. "No, los cuentos son solo historias. ¡Vamos a ver si los espíritus nos conceden un deseo!"- respondió Nahuel.
Cuando llegaron a la laguna, su superficie brillaba en colores vivos como un arcoíris. "Es hermosa…"- susurró Lila, maravillada. Pero de repente, una ráfaga de viento helado sopló y las aguas comenzaron a agitarse. Del centro de la laguna, emergió un ser luminoso, un espíritu de la selva. "¿Quién interrumpe la paz de mi hogar?"- retumbó su voz.
"Nosotros solo queríamos pedir un deseo, señora espíritu"- dijo Nahuel, temblando un poco. "¡Queremos que nuestro pueblo sea el más feliz del mundo!"-
"Los deseos se conceden solo a quienes comprenden el valor de la naturaleza y el respeto por los ancestros. Si quieren su deseo, deberán pasar una prueba"- explicó el espíritu. "¿Qué tipo de prueba?"- preguntó, intrigado, el más pequeño de los niños, un chico llamado Tato.
"Deben encontrar la flor de la vida, un ser que mantiene el equilibrio de los seres d'agua. Pero tengan cuidado, pues la selva también tiene sus oscuros misterios"- advirtió el espíritu.
Sin pensarlo dos veces, los niños se adentraron en la selva. Los árboles parecían cobrar vida, las sombras danzaban a su alrededor. "¿Y si nos perdemos?"- expresó Lila, un poco asustada. "¡No te preocupes! Siempre seguiré adelante, ¡la flor de la vida nos está esperando!"- contestó Nahuel con confianza.
Mientras buscaban, llegaron a un claro donde un grupo de criaturas extrañas, parecidas a sombras con ojos brillantes, les bloqueó el paso. "¡No pueden pasar!"- dijeron al unísono, mostrando sus afilados colmillos. "¿Por qué nos detienen?"- cuestionó Nahuel, con un hilo de voz. "Solo los valientes y puros de corazón pueden continuar. Deben demostrar su valor"- respondieron, acercándose.
Aunque la situación era aterradora, Nahuel recordó lo que los ancianos siempre decían: "El corazón puro puede vencer el miedo". "No venimos a pelear, sino a aprender"- dijo con firmeza. "Queremos cuidar de la selva y respetar a nuestros ancestros."-
Las criaturas se miraron entre sí, y luego comenzaron a retroceder. "Está bien, pueden seguir. Pero recuerden, el camino está lleno de trampas"- susurró una de ellas antes de desaparecer.
Siguiendo el eco de risas lejanas y melodías suaves, finalmente llegaron a un lugar donde brillaban miles de flores. En el centro, una majestuosa flor de mil colores se alzaba. "¡La encontramos!"- gritaron juntos.
Pero cuando Nahuel se acercó, un rugido infernal retumbó en el aire. La flor estaba custodiada por una gigantesca sombra que les miraba con ojos de fuego. "¡¿Quiénes se atreven a tocarla? !"- vociferó.
"¡Nosotros somos amigos de la selva!"- exclamó Nahuel. "¡Los espíritus nos enviaron!"-
El ser comenzó a acercarse, pero al oír sus palabras, se detuvo. "¿Creen que pueden ayudar a la selva?"-
"¡Sí! Prometemos cuidarla y protegerla a toda costa!"- replicó Nahuel con determinación.
De repente, la sombra se transformó en un hermoso espíritu anciano con una sonrisa cálida. "Entonces, son dignos de la flor. Llévenla a su hogar y cuiden de ella."-
Los niños, llenos de júbilo, tomaron la flor y emprendieron el camino de regreso. "Ahora nuestro pueblo será feliz, entonces sabrán cómo cuidar la empatía hacia la naturaleza", dijo Lila, sonriendo.
Y así fue, desde aquel día, la bondad y el respeto se instalaron en el corazón de todos. La Laguna Brillante nunca fue olvidada. El espíritu a partir de entonces, guiaba a todos los que se acercaban a su mágico rincón, recordándoles siempre la importancia de convivir en armonía con la naturaleza y con los espíritus de los ancestros. Y así, la leyenda de la Laguna Brillante se transformó en una historia inspiradora generacional, donde la fantasía, el indigenismo y un toque de terror, dejaban una enseñanza profunda sobre el valor de la naturaleza y el respeto a nuestras raíces.
FIN.