El Misterio de la Letra H
En un pequeño y bullicioso pueblo llamado Palabrería, todos los habitantes se comunicaban a través de canciones, rimas y cuentos. Cada letra del abecedario vivía en una casa decorada con sus propias palabras, pero había una letra que no podía encontrar su lugar: la letra H.
H era una letra un poco tímida, con una casa sencilla y un pequeño jardín donde cultivaba palabras como ‘horizonte’ y ‘huevo’. Un día, H decidió salir a pasear por el pueblo para buscar amigos.
Mientras paseaba, H se topó con A, que cantaba alegremente:
"¡Hola, H! ¿Por qué te ves tan triste?"
"Hola, A. No encuentro mi lugar aquí en Palabrería. Todos me dicen que soy muda, que no importo mucho…"
"¡No digas eso! Cada letra tiene su magia. ¿Por qué no venís a la fiesta de las letras esta noche? Puede que ahí encuentres tu lugar."
Emocionada, H aceptó. Pero cuando llegó la noche de la fiesta, se dio cuenta de que todos los demás estaban muy ocupados y hablaban rápidamente en sus charlas llenas de palabras.
En un rincón, V y U estaban conversando:
"¿Viste lo rápido que se mueve nuestra conversación?"
"¡Sí! Pero a veces siento que sería bueno incluir a H, que tiene mucho que ofrecer también."
Sin embargo, nadie parecía darse cuenta de la presencia de H. La letra comenzó a sentirse invisible. Mientras tanto, Z, que amaba los misterios, se acercó a H y le preguntó:
"¿Por qué te ves tan apagada?"
"No puedo evitarlo. Siento que no tengo valor para hablar. Mi sonido no se escucha..."
"¡Eso no puede ser! ¿Sabías que la H puede hacer que palabras como 'héroe' y 'huella' cobren vida?"
Las palabras de Z despertaron algo en H. Finalmente, decidió hablar y acercarse al escenario. Con una voz temblorosa, exclamó:
"¡Hola a todos!"
Al principio hubo un silencio atónito en la sala. Luego, todos comenzaron a murmurar, sorprendidos. V se acercó y dijo:
"¡Vaya, H! ¡No sabía que podías hablar! Has estado aquí todo el tiempo"
"Claro que sí, pero sentía que no importaba. Sin embargo, quiero ser parte de nuestras historias."
Aprovechando el momento, H comenzó a explicar cómo podía ayudar a que las palabras fueran más especiales. Con su ayuda, unieron versos para crear nuevos poemas y canciones.
"Por ejemplo, con H podemos decir ‘hacer’ y ‘hermosa’ que suenan mucho mejor juntos."
Los otros letras empezaron a aplaudir y a incluir a H en sus conversaciones y juegos. Así, poco a poco, H comenzó a sentirse en casa. Desde aquel día, la letra H organizó un club de palabras en el que todas las letras podían unirse y crear nuevas historias.
Los días pasaron y, gracias a H, cada fiesta fue más divertida, ya que sus amigos habían aprendido a valorarla. Casi todos los habitantes de Palabrería comenzaron a usar más la letra H en sus palabras, incluso aquellos que nunca lo habían hecho antes.
Una tarde, H se sentó en el parque con sus amigos y les dijo:
"Chicos, ¿puedo decirles algo? Estoy muy feliz de haber encontrado un lugar aquí y de tener amigos como ustedes."
"¡Nosotros también estamos felices de tenerte, H! Ahora somos un equipo más fuerte" respondió A.
Y así, la letra H dejó de ser reservada. Descubrió que su silencio no significaba que no tenía nada que ofrecer. A veces, lo que más necesitamos es abrir la boca y compartir nuestras habilidades. Juntos, en Palabrería, todos aprendieron que cada letra, sin importar cuán pequeña o silenciosa pudiera parecer, era esencial para contar una buena historia.
Y vivieron felices en ese mundo donde las palabras eran magia y todos eran importantes.
FIN.