El misterio de la luna amarilla



Había una vez una niña llamada María, que siempre se preguntaba por qué la luna era amarilla.

Cada noche, cuando salía a pasear con su mamá, miraba hacia el cielo y veía ese enorme y brillante satélite en tonos dorados. Un día, mientras estaba sentada en el jardín de su casa, María decidió que ya era hora de encontrar respuestas a sus preguntas. Se levantó decidida y corrió hacia su mamá.

"Mamá, ¿por qué la luna es amarilla?"- preguntó María con curiosidad. Su mamá sonrió y le respondió: "Es interesante que te hagas esa pregunta. La luna no siempre es amarilla, cariño. A veces puede verse blanca o incluso roja".

María se sorprendió aún más y exclamó: "¡¿En serio? ! ¡Pero siempre la veo amarilla!"Entonces su mamá tuvo una idea. Decidió llevar a María a un viaje especial para descubrir los secretos de la luna.

Juntas subieron al auto y condujeron hasta un observatorio astronómico cercano. Al llegar allí, fueron recibidas por un simpático astrónomo llamado Lucas. "Hola chicos", dijo Lucas con entusiasmo.

"¿Qué les trae por aquí?"María tomó aire y le explicó al astrónomo su gran pregunta: "Quiero saber por qué la luna es amarilla". Lucas sonrió ante tanta curiosidad e invitó a madre e hija a observar las estrellas desde uno de los telescopios del observatorio.

A través de ese poderoso telescopio, María y su mamá pudieron ver la luna más cerca que nunca. Pero para sorpresa de María, no era amarilla en absoluto. "¡Mira mamá! ¡La luna es blanca!"- exclamó María emocionada.

Lucas asintió con una sonrisa y explicó: "Efectivamente, la luna es blanca cuando la vemos desde aquí. Pero a veces puede parecer amarilla debido a un fenómeno llamado dispersión atmosférica".

María se quedó boquiabierta ante esa explicación tan interesante y preguntó: "¿Qué es eso de dispersión atmosférica?"Lucas tomó un globo terráqueo y le mostró a María cómo nuestra atmósfera está compuesta por diferentes partículas como polvo o agua.

Cuando la luz del sol atraviesa estas partículas durante el atardecer o el amanecer, se dispersa y crea colores cálidos como el amarillo o el rojo. "Así que, cuando ves la luna amarilla, en realidad estás viendo los reflejos del sol en nuestra atmósfera", explicó Lucas. María estaba fascinada con cada palabra que escuchaba.

Había encontrado respuesta a su gran pregunta y ahora entendía por qué veía la luna de diferentes colores. Desde aquel día en adelante, María siguió observando las estrellas todas las noches.

Cada vez que veía la luna amarilla o roja, recordaba las palabras de Lucas y sabía exactamente por qué eso sucedía. La curiosidad de María había sido satisfecha gracias al conocimiento adquirido y su amor por la ciencia se hizo aún más fuerte.

Siempre recordaría aquel viaje al observatorio como el día en que descubrió los secretos de la luna y cómo sus preguntas fueron respondidas. Y así, María continuó explorando el mundo con ojos llenos de curiosidad, siempre dispuesta a aprender algo nuevo cada día.

FIN.

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