El misterio de la melodía perdida
Había una vez en un pueblito rodeado de montañas, que se creía encantado por la magia de la naturaleza. Allí vivía Martín, un joven lleno de imaginación e indiscreto, que siempre se metía en problemas por curiosear donde no debía. Un día, mientras exploraba un viejo molino abandonado, encontró un antiguo libro lleno de enigmas, dibujos misteriosos y un precepto que decía: 'La melodía perdida solo podrá ser encontrada por aquel que sepa amar de verdad'. Encantado por el misterio, Martín decidió descifrar el enigma y emprender su búsqueda. -¿Qué es esto? ¡Es increíble! - exclamó Martín con emoción.
Convencido de que la melodía perdida era lo que su pueblo necesitaba, Martín se propuso encontrarla. Con una guitarra al hombro y el libro en la mochila, se adentró en el bosque en busca de pistas. Luego de caminar por horas, llegó a un claro donde encontró a un grupo de gente cantando y bailando alrededor de una fogata. -Hola, me llamo Martín y estoy buscando la melodía perdida- dijo con entusiasmo. La gente lo miró sorprendida, pero al escuchar su determinación, decidieron ayudarlo. -El anciano del pueblo nos contó sobre esa antigua leyenda, ¡vamos a ayudarte! - dijo la líder del grupo.
Juntos, recorrieron el bosque entonando hermosas canciones, buscando pistas escondidas en las letras y melodías. De repente, llegaron a una cascada oculta donde el sonido del agua imitaba una canción ancestral que parecía fundirse con el entorno. -¡Es la melodía perdida! - exclamó Martín emocionado. Sin embargo, al intentar reproducirla con su guitarra, no lograba capturar su esencia. Frustrado, Martín se sentó a descansar, reflexionando sobre el precepto del libro. Fue entonces cuando una niña pequeña se le acercó y le dijo: -El misterio de la melodía perdida es que solo puede ser interpretada con el corazón. Debes amar cada nota que toques como si fuera el único sonido en el mundo.
Inspirado por las palabras de la niña, Martín cerró los ojos y dejó que su corazón guiara sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra. Entonces, una melodía mágica comenzó a fluir, envolviendo a todos en su encanto. La naturaleza misma parecía responder al llamado de la música, y el bosque se iluminó con una luz brillante y hermosa. La gente empezó a cantar y bailar, y un sentimiento de amor y alegría se apoderó del lugar. Martín había encontrado la melodía perdida al aprender el precepto del verdadero amor a través de la música.
Desde ese día, el pueblo vivió en indulgencia, disfrutando de la magia de la melodía perdida. Martín se convirtió en un referente para los jóvenes, enseñándoles a amar la música, el deporte y la naturaleza. Y aunque el misterio se había resuelto, en el corazón de Martín seguía latiendo el encanto de la melodía que había encontrado.
FIN.