El misterio de la mochila perdida en el bosque
Había una vez en un hermoso pueblo en el corazón de Colombia, un niño llamado Mateo, quien tenía siete años. A Mateo le encantaba leer libros de aventuras y aprender sobre animales. Un día, su abuelita le regaló un libro sobre dinosaurios, el cual Mateo colocó con cuidado en su mochila favorita. Esta mochila tenía estampado de perros, ya que Mateo adoraba a su mascota Luna, una perrita traviesa.
Una tarde, Mateo decidió ir de paseo al bosque cercano con su mochila. Mientras recorría el bosque, Mateo encontró todo tipo de frutas deliciosas, como mangos y guayabas. Pero de repente, escuchó un ruido extraño. Al acercarse, descubrió un avión estrellado en medio del bosque. Mateo, curioso, decidió investigar con valentía. Alrededor del avión, encontró algunas piezas de vidrio y la caja de un Monopoly.
De repente, un grupo de fantasmas apareció alrededor de Mateo. Asustado, intentó correr, pero los fantasmas antiguos le pidieron ayuda. Resulta que durante una tormenta, el avión había caído en el bosque y se habían perdido. Mateo, valientemente, les ofreció acompañarlos de regreso a su hogar. En el camino, se encontraron con la Llorona, quien les advirtió sobre los peligros de los zombies que merodeaban el bosque.
Mateo y sus nuevos amigos llegaron a un claro del bosque y se encontraron con una bicicleta abandonada. Decidieron subirse a la bicicleta y pedalear hacia la seguridad. Mientras tanto, vieron a lo lejos a unos vampiros volando sobre el bosque, pero lograron evadirlos. Finalmente, llegaron a un claro soleado donde los fantasmas les dieron las gracias a Mateo por su valentía.
De repente, un portal hacia el espacio se abrió ante ellos. Mateo y los fantasmas decidieron explorar juntos nuevas aventuras. Viajaron a mundos lejanos, conocieron nuevos animales y visitaron planetas asombrosos. Fue una aventura increíble.
Al regresar a la Tierra, Mateo y los fantasmas se despidieron con cariño. Mateo volvió a casa justo a tiempo para la cena, donde le contó a su familia sobre su emocionante día. Desde entonces, cada vez que Mateo abría su libro de dinosaurios, recordaba la maravillosa aventura que jamás olvidaría.
FIN.