El Misterio de la Montaña Perdida



Era un día soleado y caluroso cuando los maestros Miguel, Ana, Ana Crespo y David decidieron llevar a sus alumnos a una excursión a la montaña. Los chicos estaban emocionados y no paraban de hacer ruido en el colectivo.

"¡No puedo esperar a ver los árboles gigantes!", decía Tomás, un niño lleno de energía.

"Y yo quiero recoger piedras raras", agregó Clara, entusiasmada.

Al llegar a la montaña, el grupo se dispersó en pequeños grupos para explorar la zona. Los maestros habían programado diferentes actividades relacionadas con la lengua; juegos de palabras, narración de historias e incluso una búsqueda del tesoro basada en pistas.

Después de un rato de diversión, mientras exploraban una parte más aislada, Ana, la maestra de menor experiencia, gritó:

"¡Chicos, vengan rápido!"

Los alumnos corrieron hacia ella y, por detrás de un arbusto, se ocultaba una criatura pequeña con un pelaje de colores vibrantes que nunca habían visto antes. Tenía orejas grandes y ojos que brillaban como estrellas.

"¿Qué es eso?", preguntó David, intrigado.

"¡Yo creo que es un Plesiosaurio!", exclamó Miguel, tomando su teléfono para buscar información.

"Pero esos se creían extintos desde hace millones de años", dijo Ana Crespo con asombro.

Los maestros rápidamente decidieron tomar acción. Ana, apasionada por la investigación, sugirió:

"Deberíamos estudiar a la criatura, tal vez sea un descubrimiento importante para la ciencia!"

Con cuidado, se acercaron y notaron que la criatura no parecía asustada, al contrario, hacía ruiditos como si quisiera jugar. Miguel, quien siempre había sido muy observador, dijo:

"Miren cómo se acerca. Tal vez esté buscando amigos."

Ana decidió darle un nombre a la criatura.

"La voy a llamar Colorín, porque tiene todos estos colores.", dijo mientras acariciaba a la criatura.

A medida que interactuaban con Colorín, los niños comenzaron a hacer preguntas:

- “¿De qué se alimenta Colorín? ”, preguntó Clara.

- “O podemos inventar una historia sobre cómo ha vivido todo este tiempo sin que nadie lo encontrara”, sugirió Tomás.

Los maestros pensaron que era una excelente idea y decidieron que cada grupo escribiría una historia sobre el día que encontraron a Colorín. Mientras escribían, comenzaban a atisbar una conexión con la naturaleza más profunda, algo que rara vez experimentaban en la ciudad.

Sin embargo, cuando se preparaban para regresar, el lugar donde habían encontrado a Colorín empezó a llenarse de ruidos extraños.

- “¡Rápido! Debemos sacar a Colorín antes de que esto se convierta en un problema. Quizás otros de su especie no sean tan amigables.”, dijo Miguel.

Ana Crespo observó que detrás de los arbustos, un grupo de criaturas de colores brillantes los observaba.

"Puede que Colorín tenga una familia aquí", comentó con preocupación.

Los maestros, luego de una rápida charla, decidieron que lo mejor era llevar a Colorín al centro de estudios de la montaña. Así, podrían investigar más sobre su especie sin poner en riesgo a los estudiantes ni a la criatura.

Con ayuda de los niños, lograron convencer a Colorín de que subiera en una mochila grande, mientras los demás caminaban con cuidado por el sendero que los llevaba de regreso. Esta vez, todos estaban muy emocionados por contar su experiencia.

Una vez en el centro, tomaron fotos y registraron toda la información sobre Colorín.

- “A partir de hoy, seremos guardianes de Colorín”, dijo Ana, muy orgullosa.

Al final del día, cuando regresaron al colegio, los niños contaron la maravillosa historia de Colorín a sus compañeros, quienes los escuchaban con admiración. El suceso había despertado en ellos el amor por la naturaleza y la comprensión de que aún hay misterios por descubrir en el mundo.

Y así, la montaña ya no fue solo un lugar para juegos, sino un hogar de maravillas. Colorín se convirtió en el símbolo de que la imaginación y el amor por la naturaleza pueden crear grandes historias, y que lo desconocido siempre merece ser explorado con respeto y curiosidad.

Desde ese día, Miguel, Ana, Ana Crespo y David se comprometieron a enseñar a sus alumnos la importancia de cuidar el medio ambiente y la diversidad de todas las criaturas que pueblan nuestro planeta.

Y Colorín, con su brillo y alegría, se convirtió en estrella de todas las narraciones en las clases de lengua, recordando a todos que a veces, la aventura más grande está en la magia de lo inesperado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!