El misterio de la montaña sagrada


En lo alto de los Andes, donde las montañas se alzan como gigantes guardianes del cielo y el viento lleva consigo susurros de tiempos ancestrales, se encontraba la pequeña aldea de Inti Urqu. Los habitantes de esta comunidad vivían en perfecta armonía con la naturaleza, cultivando la tierra y respetando las tradiciones de sus ancestros. Todos los años, durante el solsticio de invierno, realizaban una ceremonia en honor a la montaña sagrada, Pachamama.

Un año, la pequeña Killa, curiosa y con una chispa inquieta en los ojos, decidió explorar el bosque cercano a la aldea, a pesar de las advertencias de los mayores sobre los peligros que acechaban en la frondosidad de los árboles. Mientras caminaba entre la espesura, descubrió un sendero secreto que la llevó hasta un lugar mágico: el Lago de las Estrellas. Las aguas cristalinas reflejaban el resplandor plateado de la luna y las estrellas, creando un espectáculo de luz y sombra. Allí, Killa se encontró con un zorro blanco brillante, que hablaba con una voz melodiosa. -

'¡Hola, niña curiosa! ¿Qué te trae a este lugar de maravillas?' -le dijo el zorro con una sonrisa amistosa. Killa, sorprendida, le contó sobre su aventura y el misterio que envolvía la montaña sagrada. El zorro, con astucia y sabiduría, le reveló que para comprender el misterio de la montaña, debía buscar tres tesoros sagrados escondidos dentro de la aldea: la piedra de la paciencia, la semilla del conocimiento y la flor de la compasión. -

Con el ánimo renovado, Killa regresó a Inti Urqu y se dispuso a buscar los tesoros con la ayuda de sus amigos. Juntos superaron desafíos y aprendieron importantes lecciones en el camino. Finalmente, encontraron los tres tesoros y comprendieron que la paciencia, el conocimiento y la compasión eran los pilares de la armonía con la naturaleza. Con sus corazones llenos de sabiduría, Killa y sus amigos regresaron al Lago de las Estrellas, donde el zorro les reveló el verdadero sentido de la montaña sagrada. Aquel lugar era un monumento de respeto y gratitud hacia Pachamama, símbolo de la unión entre el mundo material y espiritual.

Desde ese día, Killa se convirtió en la guardiana de la montaña, compartiendo su sabiduría con todos los habitantes de Inti Urqu y recordándoles la importancia de honrar y proteger la naturaleza. La pequeña aldea floreció aún más, convirtiéndose en un ejemplo de armonía y respeto para todas las tierras de los Andes.

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