El misterio de la música robada



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Ratolandia, una ratona llamada Lucía. A Lucía le encantaba la música y pasaba sus días cantando y bailando por las calles del pueblo.

Pero un día, algo extraño sucedió: la música desapareció por completo. Lucía se sentía triste y preocupada, así que decidió buscar a sus amigos para resolver el misterio. Primero fue a visitar a su mejor amiga, Martina, una ratona muy inteligente y curiosa.

"Martina, ¿has notado algo extraño? La música ha desaparecido de nuestro pueblo", dijo Lucía con preocupación. Martina frunció el ceño y pensó por un momento antes de responder:"¡Tienes razón! ¡No he escuchado ninguna canción en todo el día! Debemos investigar qué está pasando".

Las dos amigas comenzaron su búsqueda visitando al resto de sus amigos. Encontraron a Tomás, un ratón muy valiente y aventurero que siempre estaba dispuesto a ayudar.

También encontraron a Sofía, una ratoncita muy creativa que tocaba varios instrumentos musicales. Juntos formaron un equipo decidido a encontrar la solución al misterio de la desaparición de la música en Ratolandia. Decidieron comenzar buscando al anciano sabio del pueblo, Don Rodolfo.

Don Rodolfo era conocido por su gran sabiduría y experiencia en todo tipo de problemas. Las cuatro amigas lo encontraron sentado bajo un árbol leyendo un libro. "Don Rodolfo, necesitamos su ayuda", dijo Martina con respeto.

"La música ha desaparecido de nuestro pueblo y no sabemos qué hacer". El anciano sabio miró a las ratoncitas con calma y les pidió que le contaran todo lo que habían descubierto hasta el momento.

Lucía, Martina, Tomás y Sofía le explicaron cómo la música había desaparecido de un día para otro. Don Rodolfo reflexionó por un momento antes de decir:"Creo que hay algo oscuro detrás de esta desaparición. Deberán buscar en la Montaña del Silencio, donde se rumorea que vive una bruja malvada llamada Morgana".

Las amigas asintieron y se dirigieron hacia la Montaña del Silencio, decididas a encontrar a Morgana y recuperar la música. Cuando llegaron a la montaña, encontraron un sendero empinado lleno de peligros. Pero no se dejaron intimidar y siguieron adelante.

Finalmente, llegaron al escondite de Morgana: una cueva oscura llena de extraños objetos mágicos. Morgana era una bruja vieja y malhumorada que odiaba la música porque decía que le recordaba su soledad.

Las ratoncitas intentaron convencerla de lo importante que era la música para todos en Ratolandia. "¡Morgana! ¡La música es parte fundamental de nuestras vidas! Nos hace felices y nos une como comunidad", exclamó Lucía con pasión.

La bruja pareció pensarlo por un momento antes de soltar un suspiro resignado. A regañadientes, accedió a devolverles la música al pueblo si prometían compartir canciones con ella cada semana. Las ratoncitas aceptaron encantadas y regresaron a Ratolandia con la música en sus manos.

Desde ese día, todos los habitantes de Ratolandia se reunían cada semana para cantar y bailar juntos, incluyendo a Morgana.

Lucía, Martina, Tomás y Sofía habían aprendido que la música no solo era algo que disfrutaban ellos, sino que también podía unir a toda una comunidad. Juntos habían resuelto el misterio y logrado devolver la alegría al pueblo de Ratolandia.

Y así, Lucía siguió cantando y bailando por las calles del pueblo, pero ahora lo hacía junto a su amada música y sus amigos inseparables.

FIN.

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