El Misterio de la Noche Buena
Era la noche del 24 de diciembre y la pequeña Clara, una niña muy curiosa, no podía esperar para ver lo que traía Santa. Mientras su madre preparaba el árbol de Navidad, Clara se escabulló por la casa, buscando pistas sobre los regalos. Sin embargo, lo que encontró fue un misterioso mapa viejo guardado en un libro.
Intrigada, Clara decidió seguir el mapa. "¿Adónde llevará este mapa?", pensó, sintiendo una mezcla de emoción y un poco de miedo. Con una linterna en mano y su perrito, Pipo, acompañándola, salió de la casa.
Los lugares del mapa la llevaron primero al parque, que estaba decorado con luces brillantes. Mientras exploraba, conoció a un niño llamado Lucas. "¿Qué estás haciendo aquí tan tarde?", le preguntó Lucas.
"¡Encontré un mapa! Voy a descubrir algo increíble. ¿Quieres venir conmigo?" - Clara dijo con una sonrisa.
Lucas, entusiasmado, aceptó y juntos siguieron el mapa que les llevó a un grupo de luces parpadeantes en un árbol enorme en medio de la plaza. Allí, encontraron un viejo baúl.
"¡Mirá esto!", exclamó Clara, señalando el baúl. "¿Qué crees que habrá adentro?" - Lucas frunció el ceño, preguntándose si debían abrirlo.
"¡Vamos, no seamos miedosos!" - Clara insistió. Juntos, levantaron la tapa y descubrieron que estaba lleno de juguetes, pero no estaban en caja. A su alrededor había una nota que decía: "Para quienes ayudan a los demás, siempre habrá un regalo".
"¿Qué quiere decir esto?" - preguntó Lucas. "Quizás son juguetes para donar a los niños menos afortunados," - dijo Clara. "Eso sería un buen gesto, pero hay tantos aquí. No sé cómo podemos hacer eso todos solos".
Mientras discutían, un grupo de amigos del barrio llegó y, al ver lo que habían encontrado, todos se emocionaron. "¡Podemos hacer una colecta!" - sugirió una niña llamada Valentina.
Y así, entre todos, decidieron hacer una recolecta de juguetes y donarlos para que los niños que no tenían juguetes pudieran tener un regalo especial para navidad. Comenzaron a trabajar juntos. Hablaron con sus familias, contaron la historia del baúl mágico y rápidamente, reunió una montaña de juguetes.
Eran tantos que finalmente no sólo podían donar a una sola organización, sino a tres diferentes. La tarea se volvió divertida y, para Clara y sus amigos, fue algo memorable.
La noche buena llegó y Clara miró el árbol decorado, con las luces parpadeando. "Pipo, creo que esta fue la mejor Navidad que hemos tenido. No importa si ya no me dan un regalo, ya ayudamos a muchos niños a sentirse felices".
Al día siguiente, mientras se preparaba para una cena familiar, Clara recibió un paquete en la puerta de casa. Era otro regalo de esa misma organización a la que habían donado. Clara sonrió al ver una carta que decía: "Gracias por ser tan generosa, Clara. Te queremos recordar que siempre hay magia en dar".
Clara miró a Lucas, que estaba jugando con Pipo. "¡Qué mágico! Nunca pensé que nuestra genial idea de ayudar podría volverse a nosotros con un regalo".
Ese año, Clara no solo recibió juguetes, sino un gran regalo de amistad y generosidad. En su corazón, sabía que la verdadera magia de la Navidad no estaba en recibir, sino en dar y compartir con los demás.
Y así, en cada Noche Buena, Clara recordaría esa lección, llevando el espíritu de compartir y ayudar en su corazón y en la de todos sus amigos que habían hecho posible un cambio.
FIN.