El misterio de la noche de Halloween



Era una noche oscura y misteriosa de Halloween cuando todo el pueblo se preparaba para salir a buscar dulces. En una pequeña casa, la familia Martínez se alistaba para recibir a los pequeños que tocarían la puerta. Sol, la mamá, estaba en la cocina poniendo a calentar unas galletitas, mientras Theo, el papá, ayudaba a su hija Bianca a vestirse de brujita.

"- ¡Bianca, apurate que ya casi es hora!" - gritó Theo desde el pasillo.

"- ¡Ya voy, papá!" - contestó Bianca emocionada.

Pero mientras la familia se preparaba para la noche mágica, en el barrio había un murmullo inquietante. Un extraño con una chaqueta negra y capucha merodeaba por las calles. Nadie le había prestado atención hasta que, de repente, un estruendo sacudió la noche. Una bomba había estallado en la casa de los Martínez. Nadie sobrevivió.

El detective Julián y su ayudante Lucía fueron llamados inmediatamente al lugar del siniestro. Al llegar, una nube de humo cubría el vecindario y las luces de los coches de policía iluminaban la escena desgarradora. La pareja intentó mantener la calma, sabiendo que el pueblo los necesitaba.

"- Lucía, necesito que tomes notas de todo lo que digan los testigos. Hay que dar con el responsable de esto" - dijo Julián con un tono serio.

"- Voy a hablar con el vecino. Tal vez vio algo raro antes de la explosión" - respondió Lucía, decidida a ayudar.

Mientras tanto, Julián comenzó a investigar la casa destruida. En medio de los escombros encontró una pequeña calabaza que parecía fuera de lugar. Canitas de colores estaban pintadas en ella, y a pesar de que estaba quemada, Julián pudo distinguir algo más: una letra que no parecía coincidir con el resto.

"- Esto es extraño... ¿Por qué hay una calabaza en medio de todo esto?" - murmuró para sí mismo, mientras sacaba su libreta para apuntarlo.

A unos metros, Lucía regresó con una pista. "- Julián, el vecino vio a alguien salir corriendo justo después de la explosión. Dijo que tenía una máscara de esqueleto."

"- Eso encaja con la noche de Halloween, pero no puedo creer que alguien haya hecho esto a propósito. Debemos encontrarle antes de que haga algo peor." - expresó Julián, decidido a no dejar que el miedo se apoderara del barrio, en su lugar buscaría respuestas.

Ambos se pusieron en marcha, recorriendo el barrio y hablando con la gente. Al preguntar sobre la fiesta de Halloween, se enteraron que varios niños habían visto a un hombre con una máscara extraña rondando por sus casas, pero nadie había pensado que podría ser peligroso.

"- Es increíble cómo la gente no se da cuenta a veces..." - dijo Lucía, reflexionando.

"- Exactamente, todos se concentran en la diversión y se olvidan de la seguridad. Pero ahora tenemos que unir las piezas..." - respondió Julián con determinación.

Mientras buscaban, escucharon sonidos y decidieron seguirlos. Llegaron a un callejón oscuro, donde estaba el sospechoso, con su máscara de esqueleto, tratando de esconder algo tras un contenedor de basura. Al verlo, Julián gritó: "- ¡Alto!"

El hombre se dio la vuelta y comenzó a correr. "- ¡No dejes que se escape!" - le gritó Lucía. Corrieron tras de él, atravesando calles y sortejando a los que ya estaban disfrutando de la festividad. Finalmente, lograron atraparlo detrás de un edificio abandonado.

"- ¡Detente!" - dijo Julián mientras lo acorralaban. "- Ahora, ¿quién sos y por qué has hecho esto?"

El hombre, al verse atrapado, empezó a temblar y sacarse la máscara. Resultó ser un joven del barrio que había perdido el control en una pelea y había pensado que sería divertido hacer una broma. Pero nunca pensó que podría causar tanto daño.

"- Lo lamento... no quería hacerle daño a nadie; solo quería asustar. Pero..." - dijo entre lágrimas, al darse cuenta de lo que había causado.

"- A veces, el miedo se puede transformar en una tragedia..." - le dijo Julián, sintiendo pena por el chico. "- Pero esto no es una broma. Las burlas pueden terminar muy mal, y la fiesta de Halloween no debe convertirse en un momento de horror".

Lucía asintió, aliviada de haber encontrado al responsable, pero tuvo una idea. "- Tal vez podríamos hablar con los vecinos y hacer una campaña sobre la seguridad en Halloween, y cómo las bromas pueden tener consecuencias graves."

Julián sonrió. "- Esa es una excelente idea. Podemos ayudar a que el barrio se sienta más unido y a los chicos les recordarán que la verdadera diversión está en compartir y cuidar a los demás, no en crear miedo".

Así que, con la ayuda del joven, que prometió involucrarse en las actividades del barrio, terminando sus días de asustar, Julián y Lucía comenzaron a regresar. Poco a poco, la comunidad se unió más, y la oscuridad de la noche de Halloween se convirtió en una luz de esperanza en unión y seguridad para todos.

FIN.

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