El Misterio de la noche de Halloween



Era un 31 de octubre y en una pequeña ciudad, la atmósfera estaba llena de emoción y dulces. Bian, una niña de diez años con una imaginación desbordante, no podía esperar para salir a golpear puertas y llenar su calabaza de golosinas junto a sus papás, Sol y Emi.

"¡Mamá, ya estoy lista! Mirá mi disfraz de bruja, ¡es el mejor de todos!" - exclamó Bian con una gran sonrisa mientras giraba para mostrar su disfraz.

"Estás hermosa, Bian. ¿Has visto a tu papá? Necesitamos salir antes de que caiga la noche" - respondió Sol mientras buscaba su sombrero de mago.

"¡Estoy aquí! ¡Listo para la aventura!" - dijo Emi, llegando con su varita mágica.

Los tres se pusieron en marcha, con la emoción a flor de piel. Sin embargo, mientras recorrían la vecindad, se dieron cuenta de que había algo extraño en el ambiente. Las luces de algunas casas parpadeaban y el aire frío parecía llevar consigo un susurro de inquietud.

"Me siento extraña, mami. ¿No te parece todo un poco raro?" - preguntó Bian con desconfianza.

"Es solo la atmósfera de Halloween, cariño. Es un día de brujas y fantasmas, recuerda que todo es parte de la diversión" - dijo Sol, acariciando el hombro de su hija.

Pero cuando comenzó a caer la noche, un estruendo perturbador rompió la calma. Un sonido similar a una explosión resonó en la cuadra, seguido de un gran resplandor en el horizonte.

"¡Eso no es normal!" - gritó Emi, mirando a su familia mientras su rostro se tornaba pálido.

"Vamos a casa, rápido" - ordenó Sol, apurando el paso. Al llegar a su hogar, vieron luces raras en el interior de su casa.

"¿Qué está pasando?" - Susurró Bian, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

De repente, la puerta se abrió de golpe y encontraron una escena aterradora: llamas danzando por toda la casa, llenando el aire de humo y un intenso olor a quemado.

"¡Papá, ¡la casa está en llamas!" - gritó Bian, horrorizada.

"¡Bian, sal! ¡No podemos quedarnos aquí!" - exclamó Emi, tomando de la mano a su hija y corriendo hacia la puerta. Pero antes de que pudieran escapar, una sombra oscura apareció de la nada.

"¡Nadie saldrá de aquí!" - resonó una voz amenazante, envolviendo a la familia en el terror.

No lograron salir y al instante después, la casa se llenó de un intenso fuego, todo se volvió confuso. Posteriormente, el siguiente día, la pequeña Bian despertó en un lugar desconocido.

"¿Dónde estoy?" - preguntó, asustada.

Un amable hombre se acercó a ella y sonrió "Estás en un refugio, pequeña. La ayuda llegó a tiempo. Hubo un incendio, pero los valientes bomberos lo controlaron antes de que se extendiera más".

Bian no podía entender, sus recuerdos eran confusos.

"¿Y mis papás?" - preguntó Bian, con lágrimas en sus ojos.

El hombre bajó la mirada, "Haremos todo lo posible por encontrarlos y mantenerte a salvo. No te preocupes, hay esperanza".

Mientras la pequeña Bian trataba de reconstruir la historia en su mente, entendió que su valentía era parte de un sueño que debía seguir. Decidió hacer amigos con otros niños en el refugio y juntos comenzaron a hacer dibujos de su vacuna, el disfraz de bruja, recordando lo feliz que se sentía en Halloween.

Poco a poco, Bian se dio cuenta de que aunque la tragedia había golpeado su vida, aún había momentos de luz.

"Si mis papás estuvieran aquí, me dirían que use mi valentía para ayudar a otros. Voy a ser fuerte" - dijo Bian, secándose las lágrimas y levantando su cabeza con determinación.

La historia de Bian se convirtió en un símbolo de coraje y esperanza, recordando a todos que incluso en medio de la oscuridad, se puede encontrar luz y amistad. Con el tiempo, su voz se alzó, y ella ayudó a otros niños a sentir la misma chispa de vida, continuando la lucha contra lo desconocido, hasta que un día ella también pudo volver a casa, sana y salva, para continuar con la tradición de Halloween.

La valentía y amor de Bian se convirtieron en el verdadero espíritu de la noche de Halloween, transformando el recuerdo de una tragedia en una historia de esperanza y amistad.

FIN.

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