El Misterio de la Noche de Halloween
Era una fría noche de Halloween en el pequeño pueblo de Felicidad, donde todos los niños estaban emocionados, preparando sus disfraces para salir a pedir golosinas. Sin embargo, había un grupo de amigos que había decidido hacer algo diferente. Sofía, Nacho y Luna habían escuchado rumores de una leyenda que decía que si uno iba al viejo parque de la ciudad la noche de Halloween, podría ver a un fantasma amigable llamado Don Pequeño.
"¿Qué les parece si vamos al parque a buscar a Don Pequeño?", sugirió Sofía, con sus ojos brillando de emoción.
"Suena divertido, pero también un poco aterrador", dijo Nacho, un poco dudoso.
"¡Vamos! No podemos dejar que el miedo nos detenga. Además, dicen que Don Pequeño solo asusta a los que no creen en él", agregó Luna, valiente como siempre.
Los tres amigos se pusieron sus disfraces: Sofía era una brujita encantadora, Nacho un valiente caballero y Luna un hada mágica. Juntos comenzaron su paseo hacia el viejo parque, el cual estaba lleno de sombras y hojas crujientes.
Una vez dentro del parque, notaron que la atmósfera era un poco extraña. Había una niebla suave que cubría el suelo, y se escuchaban ruidos misteriosos. De repente, un búho ululó desde lo alto de un árbol, y los niños saltaron, pero luego se rieron al darse cuenta que solo era un pájaro.
"¡Mirá!", dijo Sofía, señalando un banco en el parque. "Esa es la leyenda: Don Pequeño aparece donde más se le necesita".
Los amigos se acercaron al banco y comenzaron a contar historias sobre sus miedos. Sofía habló de cómo le tenía miedo a la oscuridad, Nacho sobre lo difícil que le resultaba hablar en público, y Luna confesó que temía no ser lo suficientemente valiente como creía.
"Tal vez Don Pequeño venga cuando nos escuché compartir nuestros miedos", murmulló Luna.
Al concluir sus historias, sintieron un aire frío pasar entre ellos. Luego, una suave risa resonó en el aire, y ante sus ojos apareció un pequeño fantasma, radiante y lleno de luz.
"¡Hola, niños! Soy Don Pequeño. No tengan miedo, he escuchado todo lo que dicen.¡Me alegra que hayan venido!", dijo con una voz cálida.
Los amigos se quedaron boquiabiertos. Finalmente, se dieron cuenta de que no era un fantasma aterrador, sino uno que les quería enseñar algo importante.
"¿Por qué tienen miedo?", preguntó Don Pequeño.
"Porque pensamos que el miedo es malo", contestó Sofía.
"El miedo es natural, pero no te debe paralizar. Si lo enfrentas, podrás descubrir todo lo que eres capaz de hacer", explicó Don Pequeño, mientras se movía con gracia a su alrededor.
Con cada palabra que decía, el miedo de los niños se disipaba. Don Pequeño les mostró que al enfrentar sus miedos juntos, se volvían más fuertes y, además, podían apoyarse unos a otros.
Al finalizar la conversación, el pequeño fantasma sonrió y dijo:
"Recuerden, los miedos son parte de la vida, pero no hay nada que no puedan superar cuando están juntos. Así que sigan siempre siendo valientes, y jamás dejen de creer en la magia de la amistad".
Con eso, Don Pequeño desapareció en un brillo de luces, dejando a los tres amigos con una sensación de calidez en sus corazones.
Decididos a nunca volver a dejar que el miedo les detenga, salieron del parque, hablando emocionados sobre todo lo que iban a lograr. Esa noche no solo habían buscado un fantasma, sino que también encontraron la valentía que llevaban dentro, todo gracias a la magia de Halloween y la amistad.
Desde ese entonces, cada año en Halloween, se reunían en el parque no solo para pedir dulces, sino para compartir sus historias y recordar las enseñanzas de Don Pequeño. Así fue como aprendieron que enfrentarse a sus miedos juntos era el mejor hechizo de todos.
Y así, Halloween nunca volvió a ser lo mismo en Felicidad. Ya no se trataba de sangre o terror, sino de valentía, amistad y un fantasmito encantador que siempre les recordaría que no estaban solos.
FIN.