El Misterio de la Noche Estrellada



En un tranquilo pueblito donde las estrellas brillaban más que en cualquier otro lugar, vivía una pequeña búho llamada Oliva. A Oliva le encantaba la noche, porque disfrutaba volar entre las ramas y observar cómo las estrellas parpadeaban en el cielo. Pero había algo que la inquietaba: cada vez que miraba las estrellas, sentía que una de ellas la miraba de vuelta.

Una noche, decidió que quería descubrir quién era esa estrella misteriosa. "Voy a volar hasta allá y averiguarlo" - dijo Oliva con valentía. Sus amigos, el ratón Miguel y la ardilla Rosa, escucharon su plan. "Te acompañaremos, Oliva. ¡No hay que tener miedo!" - dijeron.

Así, los tres amigos se prepararon para la gran aventura. Mientras volaban encima del bosque, Oliva miraba las estrellas y, justo cuando se acercaban, notaron que había una nube oscura pasando.

"Ay, ¿por qué se puso nublado?" - se lamentó Miguel.

"No hay que desesperarse, sólo tenemos que seguir volando. ¡Las estrellas siempre están ahí, aunque no las veamos!" - dijo Rosa, tratando de animar a sus amigos.

Cuando finalmente llegaron a un lugar donde la nube se despejaba, se encontraron con una estrella que brillaba intensamente. "¡Hola! Soy Astra, la estrella brillante" - exclamó la estrella con voz melodiosa.

"¡Hola, Astra!" - gritaron los amigos al unísono.

"Queríamos conocerte. Siempre parece que nos mirás desde el cielo!" - dijo Oliva emocionada.

Astra sonrió. "Es que siempre estoy cuidando de ustedes. A veces, las personas tienen miedo de la oscuridad, pero la noche también tiene belleza y magia. Estoy aquí para recordárselos."

"¿Por qué hay oscuridad?" - preguntó Rosa, curiosa.

"La oscuridad es solo la ausencia de luz. Pero sin la noche, las estrellas no podrían brillar, y no podríamos soñar" - explicó Astra.

Miguel preguntó: "¿Y cómo podemos hacer que la oscuridad no dé miedo?" - Astra pensó por un momento y respondió: "Ustedes pueden mirar las estrellas y recordar que siempre están ahí para llenar su corazón de alegría y esperanza. Además, la luna también les puede guiar."

Justo en ese momento, la luna apareció brillando y dijo: "Hola, pequeños aventureros. Estoy aquí para iluminar sus caminos y ayudarlos a encontrar lo que buscan. La oscuridad puede ser un lugar para descubrir cosas nuevas!" .

"¡Qué lindo!" - exclamó Oliva.

"Sí, y así es como la noche se convierte en un lugar mágico" - agregó Rosa.

Aventura tras aventura, los amigos se divertían contando historias, riendo y aprendiendo sobre todas las maravillas que puede ofrecer la oscuridad nocturna. **Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse, Oliva, Miguel y Rosa se despidieron de Astra y de la luna.**

"Prometemos seguir observando el cielo y nunca olvidar que no hay nada que temer," dijeron al unísono.

"¡Eso es, pequeños! La noche les traerá siempre sorpresas y nuevas amistades. Recuerden: no hay luz sin oscuridad, y siempre hay algo hermoso en cada parte de la vida!" - respondieron Astra y la luna.

Los amigos regresaron a su hogar, y desde esa noche, nunca más tuvieron miedo de la oscuridad, porque sabían que estaba llena de estrellas que siempre les guiaban.

Y así, con sus corazones llenos de alegría, Oliva, Miguel y Rosa aprendieron que a veces, lo que parece desconocido puede convertirse en una hermosa aventura. Y así, cada noche, miraban las estrellas con una sonrisa, sabiendo que la magia de la noche siempre estaba ahí para iluminar sus sueños.

FIN.

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