El misterio de la ocarina perdida



En un pequeño pueblo de Argentina vivía Martín, un niño muy curioso que siempre andaba buscando tesoros y cosas interesantes. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró una billetera tirada en el suelo.

Martín la abrió y vio que dentro había un reloj despertador muy peculiar, con extraños símbolos grabados en su carcasa. También encontró una ocarina, un instrumento musical de forma ovalada que producía sonidos mágicos.

Martín decidió investigar el origen de estos objetos, así que se embarcó en una emocionante aventura. -¡Qué extraño reloj! Nunca vi algo así antes -dijo Martín mientras examinaba el reloj despertador. -Parece que tiene algún tipo de inscripción en un idioma antiguo -comentó su amigo Pablo, quien se unió a la búsqueda.

Decidieron visitar la biblioteca del pueblo y buscaron en libros antiguos para descifrar las extrañas inscripciones. Tras horas de búsqueda, finalmente encontraron la respuesta. El reloj pertenecía a un antiguo mago que vivía en las montañas cercanas al pueblo.

Según la leyenda, el mago tenía una ocarina mágica que podía abrir portales a otros mundos. Sin dudarlo, Martín y Pablo se dirigieron a las montañas en busca del mago. Después de una larga travesía, encontraron la guarida del mago.

-Hola, ¿puedo ayudarlos en algo? -dijo el mago con una voz profunda. Martín mostró el reloj y la ocarina, y le explicó que quería descubrir su historia.

El mago les contó que el reloj y la ocarina estaban conectados, y que juntos tenían el poder de abrir un portal a un mundo mágico lleno de aventuras. Sin embargo, el mago había perdido la ocarina hacía muchos años y había estado buscándola desde entonces.

Martín y Pablo prometieron ayudar al mago a encontrar la ocarina perdida, y juntos emprendieron un viaje al interior de la montaña. Después de superar pruebas y desafíos, finalmente encontraron la ocarina en una cueva oculta.

Con la ocarina en su poder, el mago les enseñó a tocarla y juntos interpretaron una melodía mágica. De repente, el ambiente se iluminó y un portal se abrió delante de ellos.

El mago les agradeció por su valentía y les dijo que ahora tenían el poder de visitar el mundo mágico siempre que lo desearan. Martín, Pablo y el mago se despidieron con una sonrisa en el rostro, sabiendo que vivirían muchas aventuras juntos.

De regreso al pueblo, Martín guardó la billetera, el reloj despertador y la ocarina en un lugar especial, sabiendo que siempre tendría un acceso a un mundo lleno de magia y misterio. Desde ese día, Martín se convirtió en el guardián de los objetos mágicos, prometiendo usarlos sabiamente y compartir la magia con quienes lo necesitaran.

FIN.

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