El Misterio de la Paloma Perdida
Era un día radiante en la Escuela Primaria San Martín, y los alumnos de cuarto grado estaban muy emocionados por el concurso de arte sobre la paz. Cada clase debía presentar un símbolo de paz y el maestro, el señor Rodríguez, había propuesto que todos hicieran una paloma de papel. Los estudiantes pasaron semanas trabajando en sus creaciones, pero la más especial de todas era la paloma gigante que había creado Camila.
"- ¡Miren lo que hice!" dijo Camila, mientras mostraba su paloma de papel blanca, decorada con colores brillantes.
"- ¡Es hermosa!" exclamó su amigo Tomás.
"- ¡Va a ganar seguro!" añadió Lucas.
Todo estaba listo para la gran presentación del proyecto. Sin embargo, cuando los niños se preparaban para llevar su obra a la sala, la paloma de Camila había desaparecido.
"- ¡No puede ser!" gritó Camila, con los ojos llenos de lágrimas.
"- Tranquila, Camila, tenemos que encontrarla" dijo Tomás, decidido.
"- Sí, vamos a investigar" propuso Lucas.
Los tres amigos formaron un equipo de detectives y comenzaron su búsqueda por toda la escuela. Preguntaron a sus compañeros, revisaron en los pasillos y miraron incluso en la sala de música.
"- ¿Ya preguntaron a Pablo?" sugirió una compañera.
"- ¿Pablo? El que siempre está solo en el patio..." recordó Tomás, algo dudoso.
"- Sí, él nunca se une a nosotros" agregó Lucas, con un tono pensativo.
Decidieron ir a hablar con Pablo. Cuando llegaron al patio, vieron a Pablo sentado en una esquina, dibujando en su cuaderno.
"- ¡Hola, Pablo!" saludó Camila.
"- ¿Viste nuestra paloma?" preguntó Tomás.
"- No sé de qué hablan" respondió Pablo, sin levantar la vista.
Los amigos sintieron que había algo extraño en su actitud.
"- Si ves algo, por favor avísanos", dijo Camila con una sonrisa, intentando ser amable.
"- Claro...", murmuró Pablo.
Esa tarde, decidieron continuar la investigación al día siguiente. Una vez en casa, cada uno reflexionó sobre lo que había ocurrido. Camila se sintió triste y pensó: "Quizás Pablo sólo quería ser parte de algo".
Al día siguiente, en la escuela, mientras los chicos volvían a buscar por el patio, Tomás exclamó: "- ¡Esperen! Voy a hablar con Pablo nuevamente!".
Tomás se acercó a él y le dijo:
"- Pablo, sabemos que a veces te sientes solo...".
"- A nadie le importa lo que hago", respondió Pablo.
"- ¡Eso no es verdad! Queremos que sepas que aquí están tus amigos si nos necesitas", intentó Tomás, sincero.
En ese instante, Pablo levantó la mirada, visiblemente sorprendido. "- ¿De verdad?" preguntó con confusión.
"- Sí, hasta te podríamos invitar a hacer una paloma de papel" dijo Tomás con una sonrisa.
Al poco tiempo, Lucas y Camila se unieron y comenzaron a hacer palomas pequeñas junto a Pablo. Mientras trabajaban, Camila le contó sobre la paloma gigante y cómo simbolizaba la paz.
"- Me gustaría ayudarles con eso" dijo Pablo de repente, sonrojándose un poco.
"- ¿Nos ayudarías? Será aún más especial" exclamó Camila, llena de esperanza.
Esa misma tarde, mientras todos estaban haciendo palomas, una voz detrás de ellos preguntó: "- ¿Nos olvidaron de invitarme?". Era la profesora, que había estado observando con atención.
"- Pero... ¿no estábamos buscando la paloma?" expresó Lucas confundido.
"- La paz no se trata sólo de un símbolo. Se trata de escuchar a cada uno, de incluir a todos" explicó la profesora, sonriendo.
Al terminar el día, los amigos decidieron que en lugar de buscar más, organizarían una pequeña fiesta de la paz y todos participarían, incluidos Pablo y otros niños que por lo general no se unían.
"- ¡Eso es un buen plan!" dijo Camila, sonriendo.
Finalmente, en la fiesta de la paz, mientras todos jugaban y hacían palomas juntas, apareció una figura delgada con una paloma en las manos. ¡Era Pablo!"- Lo siento... Tomé la paloma porque quería ser parte de su proyecto, pero no sabía cómo decírselo" confesó, mientras todos lo miraban con sorpresa.
De pronto, Tomás acercó su mano: "- Está bien, Pablo. Lo más importante es que te uniste a nosotros. ¡Hagamos una paloma gigante juntos!".
Generando así un ambiente de inclusión y amistad, los niños se despidieron de la tristeza y comenzaron a crear juntos, disfrutando de la paz no sólo como idea sino también como una experiencia compartida.
Al final, todos los chicos mostraron su paloma gigante, y mientras se la miraban, sonrieron al comprender que la paz no nace sólo de símbolos, sino también de escuchar, incluir y estar juntos.
"- ¡Hagamos palomas de papel siempre!", dijo Camila.
"- ¡Sí!" gritaron todos a coro, mientras el sol iluminaba el patio, lleno de risas y amistad.
FIN.