El Misterio de la Problematización
Era un día soleado en la Secundaria 2 y los maestros se habían reunido en la sala de profesores para debatir sobre un tema intrigante: la problematización según la Nueva Escuela Mexicana (NEM). Cada uno de ellos tenía una perspectiva distinta, y eso prometía un interesante intercambio de ideas.
"Chicos, creo que es fundamental entender que problematizar es hacer preguntas, cuestionar todo lo que nos rodea", comenzó la maestra Ana, con una sonrisa. "Cuando problematizamos, estamos más cerca de aprender de verdad."
"Pero no se trata solo de hacer cualquier pregunta, Ana", interrumpió el profe Carlos. "Hay que aprender a hacer las preguntas adecuadas, las que nos ayuden a entender mejor nuestros problemas y el mundo."
Los demás maestros asintieron, pero la maestra Laura frunció el ceño.
"¡Exacto, Carlos! Pero eso puede ser complicado. A veces nos quedamos atrapados en un mar de preguntas sin respuestas. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros alumnos a encontrar el camino correcto?"
El profe Javier se inclinó hacia adelante, emocionado.
"Podemos hacer juegos en clase. Imaginemos un misterio que resolver: un chico que pierde su mochila. ¿Por qué la perdió? ¿Quién se la llevó? Sin embargo, podemos dar pistas que lleven a los alumnos a profundizar en las razones detrás del problema. Así, aprenderán a reflexionar y a problematizar."
"Me gusta eso", dijo Ana. "Podemos hacer grupos y que cada uno proponga una resolución diferente, ¿no? Ahí los chicos aprenderían a ver diversos caminos y respuestas."
Mientras hablaban, del otro lado del pasillo, un grupo de estudiantes escuchaba con atención. No podían evitar sentir curiosidad por el misterio del que hablaban los maestros.
"Che, eso suena re piola. ¿Por qué no intentamos resolver el misterio ahora?", propuso Tobi, un chico muy curioso del segundo año.
Los demás miraron con interés.
"Sí, como si fuera un juego en el que todos participamos", sugirió Maia, siempre dispuesta a ayudar.
Así que decidieron llevar la idea a la acción. Tobi, Maia y otros amigos se acercaron a la sala de profesores.
"Hola, profe Carlos. Escuchamos lo de problematizar y queremos proponernos ayudarles a resolver el misterio de la mochila perdida", dijo Tobi, sin dudar.
Los maestros se miraron entre sí, sorprendidos pero divertidos. Era la oportunidad perfecta para poner en práctica lo que estaban discutiendo.
"Está bien, chicos. En este caso, la mochila es solo una excusa", les dijo Laura. "Creemos un misterio y así ustedes podrán problematizar y pensar en diferentes soluciones. Empecemos: ¿Cómo y por qué creen que podría extraviarse una mochila?"
Tobi levantó la mano.
"Podría ser porque alguien se la llevó sin querer, o tal vez se les cayó a alguien mientras corría..."
Maia intervino:
"O quizás la olvidó en clase porque estaba tan distraído con algo interesante."
Las ideas comenzaron a fluir, y cada respuesta los llevó a nuevas preguntas. Desde el comportamiento cambiando en el aula hasta la necesidad de revisar sus cosas antes de salir, cada pequeño hilo de la conversación se entrelazaba como un gran tejido de pensamientos.
Los maestros decidieron llevarlo a la práctica en sus clases. Cada día, comenzarían con un misterio diferente. Al final de cada semana, los estudiantes presentarían sus soluciones y reflexiones. Así, todos aprendían a cuestionar, a buscar respuestas, a investigar y a descubrir.
La última semana del proyecto, un grupo de estudiantes presentó su propio misterio sobre por qué un compañero siempre llegaba tarde. Al final se dieron cuenta de que la mejor solución era hablar con él y ofrecerse a ayudarlo a levantarse a tiempo.
El profe Carlos, emocionado, recogió la idea.
"Vieron cómo problematizar puede llevarnos a descubrir lo que realmente queremos resolver. A veces, las soluciones estaban justo frente a nosotros, solo había que preguntar."
Los chicos sonrieron, sintiendo que había mucho más por aprender y explorar. La problematización no era solo una estrategia, sino una aventura a la que cada uno podía apuntarse. Desde entonces, cada charla en la secundaria comenzó con una pregunta intrigante que invitaba a todos a participar.
Y así, el día a día en la Secundaria 2 se llenó de misterios, preguntas y, sobre todo, muchas risas.
FIN.