El Misterio de la Rosa en las Pampas



En un pequeño pueblo rodeado por las vastas pampas argentinas, vivía un niño llamado Tadeo, conocido por todos como "el Angelino" porque siempre estaba con una sonrisa en el rostro y una actitud amistosa. Tadeo era un amante de las flores, especialmente de las rosas. Un día soleado, decidió visitar a su amiga Roxana, quien vivía cerca de un hermoso campo de rosas.

"Hola, Roxana!" exclamó Tadeo, corriendo hacia su amiga. "Hoy quiero que leamos juntos una rosa en las pampas."

"¿Leer una rosa? Nunca escuché eso antes. ¿Cómo se hace?" preguntó Roxana con curiosidad.

"Es fácil. Las flores tienen historias que contarnos, todo lo que tenemos que hacer es observarlas con atención y dejar volar nuestra imaginación," respondió Tadeo con entusiasmo.

Los dos amigos se sentaron bajo el sol en un claro del campo de rosas. Tadeo tomó la rosa más brillante que encontró y dijo, "Mirá esta rosa, parece tener una historia especial."

"Me encanta! Pero, ¿de qué trata?" preguntó Roxana, intrigada.

"Tal vez esta rosa soñó con volar por el cielo," sugirió Tadeo. "Quizás vio el sol levantándose cada mañana y sintió el viento suave en sus pétalos."

"¡Sí! Y la rosa podría haber deseado ser una mariposa colorida, explorando cada rincón de su hermoso jardín," añadió Roxana, animada.

Los amigos continuaron llenando su mañana de historias sobre la rosa. Pero, al atardecer, cuando estaban a punto de regresar a casa, notaron algo extraño. Una de las rosas más grandes del campo comenzaba a brillar con una luz tenue.

"¡Mirá eso! ¿Ves lo que veo?" preguntó Tadeo, sin poder contener la emoción. "¡Parece mágica!"

"Vamos a acercarnos!" sugirió Roxana, con un brillo en los ojos.

Cuando se acercaron, se dieron cuenta de que la rosa no sólo brillaba, sino que también emitía un suave murmullo. Tadeo y Roxana se miraron con asombro, preguntándose qué podría significar.

"Quizás es un mensaje," dijo Tadeo. "Debemos descubrirlo. ¿Te animas?"

"¡Claro! Juntos podemos resolver este misterio!" respondió Roxana.

Los chicos tocaron suavemente la rosa y, de repente, la luz se hizo más intensa. Del interior de la flor surgió una vocecita melodiosa: "Gracias por venirme a visitar, pequeños soñadores. Soy la Guardiana de las Flores. Ustedes tienen el poder de imaginar. Cuando comparten historias, hacen florecer la magia del mundo."

"¿Nos estás hablando a nosotros?" preguntaron los dos niños, asombrados.

"Sí! Cada rosa guarda un sueño, y ustedes han podido escucharme porque han abierto sus corazones a la imaginación. Les pido que cuenten más historias y hagan sonreír al mundo a su alrededor."

Como respuesta, Roxana se preparó rápidamente para contar otra historia. "Una vez, había una rosa que quería conocer la luna. Soñó con volar alto y ver todo el universo…"

La Guardiana sonrió y dijo: "¡Perfecto! Cada historia que cuenten la llenará de vida y color, y siempre habrá nuevas rosas creciendo donde quiera que discutan y sueñen juntos."

Y así fue que Tadeo y Roxana, llenos de alegría y emoción, prometieron ayudar a las flores a contar sus historias. Desde ese día, cada vez que estaban juntos, hacían visitas al campo de rosas, creando cuentos que llenaban el aire de risas y alegrías.

Con el tiempo, su amistad se hizo más fuerte, junto a la magia que traían cada vez que se detenían a observar el mundo a su alrededor. Aprendieron que cada día es una nueva oportunidad para imaginar y compartir, y que la verdadera magia reside en la creatividad y en los lazos que forjan entre amigos.

Y así, en las pampas argentinas, el eco de las risas de Tadeo y Roxana llegó hasta los rincones más lejanos, recordando a todos que en la amistad y la imaginación, siempre florecerá la magia.

FIN.

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