El Misterio de la Ruta Oscura



Era un hermoso día en el pintoresco pueblo de Villa Esperanza, donde los niños jugaban en la plaza y los abuelos tomaban mate en los bancos. Sin embargo, los rumores de un hombre misterioso que vagaba por la Ruta Oscura, al borde del bosque, comenzaban a hacer eco en las charlas del pueblo.

Una tarde, tres amigos inseparables: Lucho, Sofía y Tomás, decidieron que era hora de investigar. Lucho, el más aventurero, dijo:

"¡Chicos, tenemos que ir a ver qué está pasando en la Ruta Oscura! ¡Puede ser emocionante!"

Sofía, que siempre pensaba en los peligros, respondió:

"Pero, Lucho, ¿y si hay algún peligro?"

Tomás, despabilado, sugirió:

"Podemos ir a investigar, pero con cuidado. Ahora va a ser de noche, así que llevemos linternas y un mapa."

Y así, armados con linternas, una mochila con cosas para picnic y un gran mapa del pueblo, los tres amigos se despidieron de sus padres y emprendieron el camino hacia la Ruta Oscura.

Al llegar, se dieron cuenta de que la ruta se veía un poco diferente a lo que esperaban. El cielo ya había oscurecido, y las sombras de los árboles parecían cobrar vida. Sofía temblaba un poco, pero Lucho la animó:

"Mirá, Sofía, no hay nada que temer. ¡Estamos aquí para resolver un misterio!"

Mientras avanzaban, un sonido extraño resonó entre los árboles.

"¿Escucharon eso?" preguntó Sofía con un hilo de voz.

"Es solo el viento, no hay nada que temer," dijo Lucho antes de que una figura oscura apareciera de entre los árboles.

Los tres amigos se detuvieron, inmóviles. La figura se acercó lentamente, y cuando la luz de sus linternas iluminó su rostro, empezaron a sentirse un poco más tranquilos. Era un hombre mayor, con una barba blanca y ojos brillantes.

"Hola, pequeños. No se asusten. Soy el guardabosques de esta zona."

"¿El guardabosques?" preguntó Tomás, un poco confundido.

"Sí, cuido de este bosque y de los animales que viven aquí. A veces me ven y se asustan, porque vengo en el atardecer. Pero no hay nada que temer, soy su amigo."

Los tres amigos se miraron, sorprendidos. La historia que les habían contado sobre un hombre misterioso no se parecía en nada a la realidad.

"¿Por qué no nos avisaste a los del pueblo?" preguntó Sofía, interesada.

"No puede ser fácil, ya que a veces la gente prefiere tener miedo en lugar de conocer la verdad de las cosas. Pero si ustedes me ayudan, quizás pueda cambiar eso."

El guardabosques les contó que había muchos mitos y leyendas sobre la Ruta Oscura, pero su tarea era proteger a la fauna y flora de la zona. Tomás estaba intrigado:

"¿Y cómo podríamos ayudar?"

"Quiero que ustedes sean mis ayudantes para crear conciencia sobre la importancia de cuidar la naturaleza. ¿Qué les parece organizar una charla y un recorrido por el bosque para el pueblo?"

Los amigos, emocionados, aceptaron. Trabajaron junto al guardabosques durante semanas. Aprendieron sobre plantas, animales y el equilibrio del ecosistema. Juntos, prepararon folletos, un mapa y hasta un pequeño teatro de sombras para contar historias sobre el bosque.

Finalmente, llegó el día del gran evento. El pueblo entero se reunió en la plaza, y los tres amigos, acompañados del guardabosques, compartieron sus conocimientos con todos.

"¡No hay nada que temer en la Ruta Oscura!" exclamó Lucho.

"¡Es un lugar lleno de vida que debemos cuidar!" añadió Sofía.

Una vez terminado el evento, el guardabosques sonrió:

"Ustedes han hecho un gran trabajo, gracias a su valentía y curiosidad, han cambiado la percepción de muchos en el pueblo."

Así, los tres amigos aprendieron que a veces lo que parece misterioso solo necesita un poco de comprensión. La Ruta Oscura dejó de ser un lugar de miedo para convertirse en un sitio de aprendizaje y cuidado, gracias a la unión de tres valientes niños y un sabio guardabosques. Y desde entonces, todos en Villa Esperanza se preocupaban más por sus bosques, disfrutando de las bellezas de la naturaleza sin miedo, siempre acompañados por la luz de la amistad.

FIN.

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