El Misterio de la Sombra Llameante



Era una noche oscura y silenciosa en la casa de Ana. La pequeña Ana estaba en su habitación, arropada hasta el cuello, cuando de repente escuchó un ruido muy cerca del comedor. Era extraño, porque sus papás estaban en su habitación viendo una película. Ana, intrigada, se levantó de la cama y se acercó a la puerta. Tiemblando de curiosidad, se adentró en el pasillo.

De repente, oyó el llanto de una niña.

"¿Quién llora a esta hora?" - pensó Ana mientras seguía el sonido.

Al acercarse más al comedor, el llanto cesó. Justo en ese momento, Ana vio una sombra moverse entre los muebles.

"¿Hola?" - preguntó Ana con un hilo de voz.

La sombra se detuvo, y un brillo suave comenzó a manifestarse. Ana se frotó los ojos, y lo que antes era una sombra se convirtió en una niña pequeña con un vestido blanco resplandeciente.

"¿Quién eres?" - preguntó Ana, aún sorprendida.

"Me llamo Luna. Vine a buscar ayuda. Mi luz se apagó y no puedo volver a casa" - respondió la niña.

Ana recordó una historia que su mamá le había contado sobre seres mágicos que perdían su luz y necesitaban ayuda para encontrarla. Sin pensarlo dos veces, se acercó a Luna.

"¡No te preocupes, vamos a encontrar tu luz!" - dijo Ana animada.

Sin embargo, mientras salían al jardín, comenzaron a sentir un viento helado.

"¡Cuidado!" - gritó Ana mientras una ráfaga de viento casi las derribaba.

En ese instante, Ana vio cómo se formaban figuras extrañas en la oscuridad.

"Son sombras traviesas. Nos quieren asustar." - dijo Luna.

"No podemos dejar que nos detengan. Debemos ser valientes!" - exclamó Ana mientras se paraba firme.

Juntas, comenzaron a caminar hacia el claro del jardín, donde la luna brillaba más fuerte. Luna recordó algo importante.

"Para recuperar mi luz, necesito que todos crean en la magia de la amistad. Si lo hacemos juntas, la luz volverá a mí!" - dijo Luna emocionada.

Ana tomó la mano de Luna y ambas miraron hacia el cielo.

"¡Creemos en la magia de la amistad!" - gritaron al unísono.

De repente, una chispa brilló en el aire, justo encima de ellas.

"¡Mira!" - gritó Ana mientras la chispa descendía.

Luna sonrió y extendió su mano, y la luz comenzó a rodearlas. Las sombras comenzaron a desvanecerse, y una cálida luz envolvió a Luna, haciendo que su vestido destellara con colores vibrantes.

"¡Lo conseguimos!" - exclamó Luna mientras sus ojos brillaban de felicidad.

"Siempre estará la luz cuando estemos juntas" - dijo Ana, asintiendo con la cabeza.

Con un último destello, la figura de Luna se transformó en un hermoso ser de luz que se elevó al cielo.

"Gracias, Ana. Siempre recordaré nuestra amistad" - susurró una voz dulce que parecía venir del viento.

Ana volvió a su habitación con una sonrisa. Sabía que la amistad era un poderoso destello que nunca se apaga. Desde ese día, cada vez que se sentía triste o sola, miraba hacia el cielo y sonreía, recordando su valiente aventura con Luna.

FIN.

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