El Misterio de la Tablet Perdida



Era un día soleado en la escuela primaria del barrio, y todos los niños estaban emocionados porque se acercaba el día de la tecnología. Entre ellos, estaba Sebastián, un pequeño aspirante a detective, siempre listo para resolver misterios. Sebastián tenía una tablet nueva que había recibido por su cumpleaños y estaba ansioso por mostrarla a sus amigos.

Al llegar a la escuela, Sebastián se la mostró a su mejor amiga, Clara.

"Mirá lo que tengo, Clara! Es la mejor tablet del mundo, tiene juegos y todo!" - dijo Sebastián con una sonrisa de oreja a oreja.

"¡Genial! ¡La quiero ver!" - exclamó Clara, con los ojos brillantes de curiosidad.

Sebastián sacó su tablet de la mochila y la mostró orgulloso, pero mientras estaban charlando, un viento fuerte sopló y la tablet se deslizó de sus manos, cayendo al suelo.

"¡Oh no!" - gritó Sebastián.

Cuando se agachó para recogerla, se dio cuenta de que justo detrás de la tablet había una extraña nota enrollada. La tomó, la desenrolló y leyó:

"Si quieres encontrar algo que has perdido, sigue el rastro del sonido. Puede que el misterio te lleve a un lugar especial".

"¡Qué raro! Esto es un misterio!" - dijo Sebastián entusiasmado.

"¿Qué significa eso?" - preguntó Clara, confundida pero intrigada.

"No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. ¡Vamos a investigar!" - respondió Sebastián.

Ambos amigos comenzaron a seguir el rastro del sonido, que era el eco de una risa proveniente del aula de arte. Al llegar, vieron a sus compañeros riendo mientras pintaban. Uno de ellos, Tomás, al verlos acercarse dijo:

"¡Hola! ¿Qué hacen?" - preguntó con una sonrisa.

"Estamos buscando algo muy importante. ¿Habrá sonado algo?" - respondió Sebastián.

"¡Sí! Escuché una risa rara que venía de atrás!" - dijo Tomás, señalando la ventana.

Decididos, Sebastián y Clara se asomaron y vieron a Sophie, una niña que solía ser un poco tímida, jugando con una pelota.

"¡Sophie! ¿Te ha pasado algo raro hoy?" - gritó Clara.

Sophie se acercó y dijo:

"No, solo estaba jugando, pero escuché unos ruidos raros cerca del área de juegos. Podría haber algo allí."

"¡Vamos a averiguarlo!" - dijo Sebastián.

Al llegar al área de juegos, Sebastián y sus amigos se encontraron con un grupo de niños que estaban mirando un misterioso objeto brillante bajo una de las estructuras de juego. Al acercarse, Sebastián se dio cuenta de que era su tablet perdida!"¡Es mi tablet!" - exclamó Sebastián.

Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, un niño mayor, Nicolás, la levantó.

"¡Espera! ¿De quién es esta tablet?" - preguntó Nicolás.

"¡Es mía! La dejé caer sin querer. ¿Puedo tenerla de vuelta?" - dijo Sebastián, un poco nervioso.

Nicolás parecía dudar.

"Pero yo la encontré. ¿Qué pasa si no era tuya?" - replicó con una sonrisa traviesa.

"¡Claro que es mía!" - protestó Sebastián. "Si quieres, podemos jugar tú y yo con ella!"

Nicolás pensó un momento y luego dijo:

"Está bien, pero primero tengo que.." - y Sebastián lo interrumpió.

"Podríamos invitar a todos a jugar. Sería más divertido. Así todos pueden participar".

Los ojos de Nicolás brillaron y aceptó. El grupo de amigos y otros niños se unieron para jugar varios juegos en la tablet.

Al final del día, Sebastián sonrió feliz. No solo había recuperado su tablet, sino que también había hecho nuevos amigos.

"¡Gracias, Sebastián! Fue un día increíble!" - dijo Clara.

"Sí! Y todo gracias a la nota misteriosa que encontramos!" - agregó Tomás con una gran sonrisa.

Sebastián se sintió orgulloso. No sólo había resuelto el misterio, sino que a través de la colaboración y la amabilidad, había logrado conectar a todos.

"Recordemos que los mejores momentos se viven cuando compartimos y trabajamos juntos. ¡Siempre hay un misterio que resolver!" - concluyó Sebastián, mirando a sus amigos con entusiasmo.

Desde ese día, Sebastián y sus amigos se convirtieron en un equipo de detectives en su escuela, siempre listos para resolver cualquier misterio que apareciera. Así descubrieron que el mayor tesoro no era solo la tablet, sino la amistad y el compañerismo que siempre habían tenido.

Y así, el misterio de la tablet perdida llevó a Sebastián a descubrir mucho más: un mundo de aventuras lleno de risas, cooperación y nuevas amistades.

FIN.

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