El Misterio de la Tristeza de Marta
Erase una vez, una niña llamada Marta. Era súper cariñosa, tímida y siempre traía una sonrisa a su rostro. Le encantaba pasar tiempo con sus amigos jugando en el parque de enfrente del colegio. Cada tarde, luego de clases, se podían escuchar risas y juegos mientras Marta lanzaba la pelota o escondía en el arbusto al gato de su vecino.
Sin embargo, un día algo no estaba bien. Marta no reía como de costumbre. Sus amigas, Sofía y Valentina, la miraban preocupadas.
"¿Marta, estás bien?" - preguntó Sofía, mientras intentaba jugar al salto de la soga.
"Sí, solo estoy cansada..." - respondió Marta, mirando al suelo. No quería preocuparlas.
"Claro, pero te noto rara. No estás haciendo chistes ni nada. Eso no es como vos" - dijo Valentina, sacando la soga de la tierra.
Marta hizo una mueca, sin saber cómo compartir lo que le pasaba. No era un asunto simple, pero tampoco quería que sus amigas se sintieran mal.
"La verdad es que he estado pensando en mi perra Kira... Ella se perdió hace unos días. La busqué por todas partes, pero no la encontré" - confesó Marta, con la voz suave y triste.
Las amigas se miraron con tristeza. Sabían cuánto quería Marta a Kira.
"Marta, no estás sola. Vamos a ayudarte a buscarla" - dijo Valentina con determinación.
"Sí, juntas somos más fuertes. La encontraremos" - agregó Sofía.
Las tres amigas se pusieron en marcha. Durante los siguientes días, recorrían el parque con carteles sobre Kira, preguntando a los vecinos y buscando en cada rincón. La esperanza llenaba sus corazones, y con cada intento, Marta se sentía un poco más aliviada.
Un sábado por la tarde, mientras estaban en el parque, vieron algo moverse entre los arbustos. Marta corrió, emocionada, y no podía creer lo que veía: ¡era Kira!"¡Kira!" - gritó Marta, corriendo hacia su perra que la miraba con sus ojos llenos de amor.
"¡Lo lograste, Marta!" - exclamó Valentina mientras Sofía aplaudía.
Marta abrazó a Kira con todas sus fuerzas y sintió que su tristeza se desvanecía.
"Gracias, chicas. No hubiera podido hacerlo sin ustedes" - dijo Marta sonriendo mientras sus amigas la rodeaban.
Desde ese día, Marta aprendió que compartir sus sentimientos con amigos puede hacer que las cargas sean más ligeras. Juntas, podían superar cualquier cosa.
**Y así, la tristeza se convirtió en una aventura que fortaleció la amistad entre Marta y sus amigas. Las risas y los juegos regresaron al parque, pero esta vez, con un mensaje importante: la amistad, la empatía y compartir lo que uno siente son tesoros que siempre valen la pena.**
FIN.