El Misterio de las Almas Divertidas



En un mundo oculto bajo la tierra, un reino misterioso se extendía entre sombras y ecos. Este era el inframundo, donde las almas de aquellos que alguna vez habían caminado por la tierra se reunían y compartían sus historias. La luz del sol nunca llegaba a este lugar, pero eso no significaba que estuviera vacío de vida. Al contrario, había risas y susurros llenando el aire, como si el mismo viento estuviera contando cuentos.

En el centro de este reino oscuro estaba Hades, el rey del inframundo. Hades era un ser imponente, con cabello negro como la noche y piel pálida como un espectro. Su mirada parecía penetrar en lo más profundo de cada alma, pero había algo en él que generaba respeto y confianza. Era justo y siempre estaba dispuesto a escuchar a quienes venían a él.

Un día, mientras Hades organizaba un espectáculo de cuentos para entretener a las almas, sintió que algo se agolpaba en su corazón. Había una sensación de soledad, y se dio cuenta de que, aunque su reino estaba lleno de almas, no había compañía que pudiera iluminar su vida como él deseaba. Entonces, decidió ir al mundo de los vivos, en busca de alguien con quien compartir su existencia.

Mientras tanto, en la tierra, había una joven llamada Perséfone. Su risa era tan brillante como el sol, y su energía llenaba los campos con flores y colores. A Perséfone le encantaba explorar la naturaleza y disfrutar de cada rincón del mundo.

Un día, mientras recolectaba flores en un hermoso prado, Perséfone sintió una extraña atracción hacia un lugar que nunca había visto. Era un jardín lleno de plantas oscuras y misteriosas. Intrigada, siguió el camino hasta llegar a la entrada del inframundo.

Hades, al ver a la joven, sintió que su corazón se iluminaba como nunca antes. Se acercó a ella con una sonrisa.

-Hola, hermosa viajera. Soy Hades, el rey de este lugar. ¿Qué te trae a mi reino? -preguntó con voz suave.

-Pensé que había algo hermoso aquí que podría explorar -respondió Perséfone con curiosidad-. Pero nunca imaginé encontrarme con un rey como vos.

-Podés quedarte aquí si lo deseas -dijo Hades, tratando de ocultar su emoción-. Este lugar tiene muchas historias que contar y aventuras por descubrir.

Perséfone sonrió, encantada. Hades la llevó por los pasillos del inframundo mostrándole a las almas que, al principio, parecían tristes. Sin embargo, a medida que Hades les contaba chistes y cuentos, las risas comenzaron a resonar.

-Mirá -dijo Perséfone al ver a las almas sonreír-. Ellos son felices aquí, ¡solo necesitaban un poco de alegría!

Así, juntos, Hades y Perséfone decidieron realizar eventos cada semana, llevando a cabo juegos, cuentos y risas en el inframundo. Las almas comenzaron a contar sus propias historias en un rincón del jardín, convirtiendo el lugar en un espacio lleno de color y alegría.

Con el tiempo, Perséfone se encariñó con Hades. Un día, en medio de risas, él le dijo:

-Te he visto traer luz a este lugar oscuro. Me gustaría que quedaras aquí siempre, compartiendo estas historias con nosotros.

Perséfone lo miró sorprendida y con sinceridad respondió:

-Hades, sé que este lugar tiene mucho que ofrecer, pero también amo los campos, el sol y mis amigos en la Tierra. ¿Puedo ir y venir cuando desee?

Hades, aunque sintió un pequeño nudo en su corazón, sabía que era justo.

-Por supuesto, querida Perséfone. Te prometo que siempre habrá un lugar aquí para vos.

Desde ese día, Perséfone pasó parte del año en el inframundo y el resto en el mundo de los vivos. Cada vez que regresaba, el reino brillaba más que antes gracias a la alegría que traía consigo. Hades, ahora no solo el rey del inframundo, sino también un amigo leal, nunca se sintió solo de nuevo.

Así, las almas del inframundo aprendieron que la felicidad a veces se encuentra en los lugares más oscuros, y que una sola persona puede iluminar incluso el rincón más sombrío. Y sobre todo, descubrieron que siempre es posible compartir momentos de alegría, incluso en el reino del misterio.

-Esto no es más que un nuevo comienzo para todos nosotros -dijo Hades mientras miraba a Perséfone con una sonrisa.

-¡Así es! -respondió ella, con su luz aún más brillante. -El amor y la amistad siempre encuentran su camino.

Y así, el reino del inframundo se llenó de risas, historias y un color que laten hasta el día de hoy.

FIN.

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