El misterio de las cosas perdidas



Había una vez en una pequeña escuela de un barrio tranquilo, una niña llamada Camila. Un día, mientras jugaba en el patio, vio algo extraño en el rincón más oscuro.

Era un pequeño fantasma, flotando en el aire con una mirada triste. En lugar de sentir miedo, Camila se acercó con curiosidad. -¡Hola! ¿Quién eres? -dijo Camila. El fantasma parecía sorprendido de que alguien pudiera verlo, pero luego respondió con voz suave. -Soy Max, un fantasma sin recuerdos.

No sé cómo llegué aquí. Camila se dio cuenta de que Max necesitaba ayuda y decidió ser su amiga. Juntos, empezaron a investigar el misterio de las cosas perdidas en la escuela.

Descubrieron que cada vez que un niño perdía algo, como un juguete o un lápiz, Max lo había hecho desaparecer sin querer. Entonces, buscaron la manera de devolver cada objeto a su dueño.

Max aprendió a controlar sus habilidades fantasmales y juntos organizaron un sistema para encontrar y devolver las cosas. Pronto, la escuela se convirtió en un lugar donde los objetos perdidos encontraban su camino de vuelta a sus dueños. Los niños estaban felices de recuperar sus cosas, y la amistad entre Camila y Max se fortaleció.

Gracias a su valentía y determinación, encontraron una manera de convertir un problema en algo positivo. Al final, Max encontró su propósito y Camila descubrió que la amistad puede trascender cualquier diferencia.

La escuela se convirtió en un lugar donde la magia de la amistad y la solidaridad iluminaban cada rincón.

FIN.

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