El misterio de las galletas geometricas



Era una vez en el tranquilo pueblo de Villa Dulzura, donde vivía una talentosa repostera llamada Doña Rosa. Doña Rosa era famosa por sus exquisitas galletas con formas geométricas, las cuales encantaban a todos los habitantes del pueblo, especialmente a los niños. Un día, mientras Doña Rosa preparaba galletas en su acogedora cocina, su pequeño hijo, Quirquinchito, jugaba en el jardín cuando de repente escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano. Sin pensarlo dos veces, Quirquinchito decidió aventurarse en el bosque para descubrir el origen del misterioso sonido. Al mismo tiempo, un lobo travieso merodeaba por los alrededores, con la intención de encontrar algo delicioso para saciar su apetito. Mientras tanto, en la cocina, Doña Rosa notó la ausencia de su hijo y salió a buscarlo.

- Quirquinchito, ¿dónde estás? -llamó Doña Rosa, preocupada, mientras buscaba en el jardín.

- Mamá, escuché un ruido extraño viniendo del bosque, ¡voy a investigar! -respondió Quirquinchito, decidido.

- ¡Espera, mi querido! No vayas sin compañía. Deberíamos informar al guardabosques y buscar juntos.

- ¡No te preocupes, mamá! Soy valiente y podré cuidarme solo. Además, prometo regresar antes de que las galletas estén listas.

Doña Rosa no podía contener la preocupación en su rostro, pero sabía que su hijo era intrépido, por lo que decidió confiar en él. Mientras tanto, el lobo encontró el rastro de Quirquinchito y decidió seguirlo, con la esperanza de hallar un festín. Quirquinchito, por su parte, se adentró en el bosque, ignorando por completo que estaba siendo seguido.

Entre tanto, Doña Rosa decidió pedir ayuda al guardabosques, quien con su fiel perro emprendió la búsqueda de Quirquinchito. Mientras tanto, Quirquinchito descubrió que el ruido misterioso provenía de un anciano búho que se había enredado en una rama. Con valentía, Quirquinchito liberó al búho y le preguntó si había visto algo sospechoso en el bosque. El búho, agradecido, le contó que había visto al lobo siguiéndolo de cerca. Quirquinchito entendió que estaba en peligro y decidió regresar a casa lo más rápido posible.

Mientras tanto, el guardabosques y su perro seguían el rastro de Quirquinchito, y de repente se encontraron con el lobo, quien intentaba ocultarse. El guardabosques comprendió la situación y con astucia logró ahuyentar al lobo. Finalmente, todos regresaron sanos y salvos a Villa Dulzura, donde Quirquinchito abrazó a su madre con alivio. Doña Rosa, emocionada, preparó una deliciosa merienda con galletas geométricas para celebrar el regreso de su hijo. Todos aprendieron valiosas lecciones: Quirquinchito comprendió la importancia de pedir ayuda y no aventurarse solo, mientras que el lobo entendió que es mejor ser honesto y buscar alimento de manera justa. Desde ese día, Villa Dulzura se convirtió en un lugar donde la amistad y el compañerismo prevalecían, y las galletas de Doña Rosa se disfrutaban aún más en comunidad.

FIN.

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