El misterio de las huellas perdidas
Había una vez en el bosque de los duendes un grupo de animalitos que vivían juntos y se consideraban amigos. Había un conejo llamado Pancho, una ardilla llamada Lola, un zorro llamado Rulo y un pajarito llamado Tito.
Siempre jugaban y se divertían juntos, pero un día algo extraño comenzó a suceder. - ¡Chicos, chicos! -gritó Pancho corriendo hacia sus amigos-. He encontrado unas huellas extrañas cerca de nuestra madriguera.
¡Creo que hay alguien más en el bosque! El resto del grupo se miró entre sí con preocupación. La noticia de Pancho los llenó de confusión y desconfianza. Todos comenzaron a estresarse por la idea de que un desconocido estuviera merodeando por su hogar.
- ¿Qué deberíamos hacer? -preguntó nerviosa Lola mientras miraba a su alrededor con inquietud. - No podemos quedarnos de brazos cruzados. Debemos investigar quién es ese intruso -dijo decidido Rulo, el zorro, tratando de mantener la calma.
Así que los cuatro amigos formaron un plan para descubrir quién estaba rondando por el bosque. Decidieron dividirse en parejas: Pancho con Tito y Lola con Rulo para buscar pistas por separado.
Mientras buscaban, cada pareja encontraba pequeñas pistas que los llevaban a pensar que tal vez no era tan malo tener a alguien más en el bosque. Pero la confusión seguía presente en sus mentes, sin saber si debían confiar o no en este posible nuevo amigo.
Finalmente, al caer la noche, las dos parejas se reunieron nuevamente cerca de la madriguera del conejo con las pistas que habían encontrado. - Creo que me equivoqué al asustarme tanto al principio -admitió Pancho-.
Quizás esta nueva presencia no sea tan mala como pensábamos. - Estoy de acuerdo -dijo Tito-. Tal vez podríamos darle la bienvenida y conocerlo mejor antes de sacar conclusiones apresuradas. Lola y Rulo también compartieron esa opinión después de analizar las pistas encontradas.
Así que decidieron acercarse al lugar donde creían estaría el intruso para darle la bienvenida como nuevos amigos del bosque. Para sorpresa de todos, cuando llegaron al lugar indicado encontraron a un pequeño búho perdido llamado Hootie.
Resulta que Hootie había volado desde muy lejos buscando nuevos amigos después de sentirse solo en su antiguo hogar.
Los cuatro amigos comprendieron entonces lo importante que era superar la confusión y desconfianza inicial para abrir sus corazones a otros seres necesitados como Hootie. A partir de ese día, todos vivieron felices en el bosque de los duendes junto al nuevo amigo búho, fortaleciendo aún más su amistad y aprendiendo juntos grandes lecciones sobre confianza y empatía hacia aquellos diferentes a ellos.
FIN.