El Misterio de las Letras Sonoras
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Letrasville, dos amigos inseparables: Lila, una niña curiosa y aventurera, y Tomás, un niño creativo y soñador. Un día, mientras jugaban en el patio de la escuela, Lila le preguntó a Tomás:
"¿Por qué las letras suenan, Tomás?"
"No lo sé, Lila. Pero deberíamos descubrirlo. ¡Podríamos ser detectives!"
Los dos amigos se emocionaron con la idea y decidieron emprender una aventura. Agarraron sus mochilas, una libreta y un lápiz, y se pusieron en camino. Su primera parada fue la biblioteca del pueblo, un lugar lleno de libros y secretos. Allí, encontraron al viejo bibliotecario, el Señor Gómez.
"Señor Gómez, ¿usted sabe por qué las letras suenan?"
"Claro que sí, chicos. Cada letra tiene un sonido especial. Las letras forman palabras, y las palabras cuentan historias. ¡Es un poder mágico!"
Lila y Tomás miraron los libros como si fueran tesoros. El Señor Gómez les dio un libro sobre el alfabeto y sus sonidos, y les sugirió que tuvieran cuidado, ya que las letras a veces podían ser traviesas.
"¿Travesuras?" - preguntó Lila con curiosidad.
"Sí, algunas letras tienen amistades especiales con otras. A veces se juntan y forman sonidos nuevos, como la letra 'c' junto a la 'h', que suena como 'ch'. Pero también pueden pelearse, ¡así que deben estar atentos!"
Con el libro bajo el brazo, los amigos se hicieron una promesa de descifrar el misterio. Mientras caminaban por el parque, se encontraron con un grupo de niños.
"¿Qué hacen ustedes?" - preguntó una niña llamada Valentina.
"Estamos buscando el misterio de por qué las letras tienen sonidos" - respondió Tomás.
Valentina se unió a ellos, pensando que podrían ayudar. Juntos decidieron hacer un concurso de sonidos. Cada uno elegiría una letra y encontraría cosas que empezaran con ese sonido.
"Yo elijo la letra ‘s’ porque suena como serpiente" - dijo Valentina.
"Y yo elijo la ‘m’, de música" - agregó Lila.
"Y yo elijo la ‘t’, de tren" - dijo Tomás.
Los amigos corrieron juntos, buscando cosas que representaran sus letras. Se divirtieron tanto que decidieron hacer una canción con todos los sonidos que habían encontrado.
"¡Esto es genial!" - exclamó Lila.
"¿Y si las letras son como nosotros?" - sugirió Tomás.
"Sí, ¡cada una tiene su propio carácter y forma de expresarse!" - agregó Valentina.
Más tarde, cuando se sentaron a descansar, notaron que era hora de ir a casa. Tenían tantas ideas y descubrimientos que se les ocurrió escribir un cuento. Cada uno escribiría una parte, dejando espacio para que las letras fueran protagonistas.
Sin embargo, cuando llegaron a casa, un fuerte viento comenzó a soplar. Las hojas de los árboles se mecían y las letras de su cuento se volaban por todas partes.
"¡No, nuestras letras!" - gritó Lila.
Los amigos corrieron tras las letras voladoras. Mientras buscaban, se dieron cuenta de que las letras estaban tratando de comunicarse. Al seguirlas, los sonidos se hicieron más claros:
"¡Ayuda, necesitamos unión!" - gritaban las letras.
Entonces, Lila y Tomás comprendieron que las letras no solo tienen sonidos por sí solas, sino que juntas pueden crear magia. Se agacharon y empezaron a juntar las letras que habían volado.
"Vamos a formar palabras, chicos. ¡Así dejaremos de volar!" - propuso Tomás.
Y así, cada letra fue tomando su lugar y formaron la palabra —"AMISTAD" en el viento. Luego de esa hermosa palabra, las letras agradecieron a los amigos por ayudarlas a unirse.
"¿Vieron? Los sonidos son nuestra forma de comunicarnos y contar historias. ¡No hay que tenerles miedo!" - dijo Lila.
Agradecidos, los amigos volvieron a sus casas, sabiendo que habían desvelado una parte del misterio de las letras y los sonidos. Prometieron seguir explorando juntos, creando nuevas historias y aprendiendo sobre el poder de los sonidos de las letras. ¡Una aventura que nunca terminaría!
Y así, siempre que escuchaban un nuevo sonido, recordaban que detrás de cada letra hay una historia esperando ser contada, y que la verdadera magia estaba en su amistad y su imaginación.
FIN.