El Misterio de las Luces de Bahía Cupica



En el pintoresco corregimiento de Bahía Cupica, donde la brisa del mar acaricia las palmeras, todos los años se celebran las fiestas patronales. Este año, los habitantes estaban especialmente emocionados porque además de las tradicionales comparsas, se prometía un espectáculo lleno de luces que iluminaría el cielo.

Era el día 13 de agosto, y los niños del pueblo, liderados por una pequeña llamada Sofía, estaban decididos a hacer algo especial.

"¡Vamos a crear la comparsa más grandiosa de todas!" - exclamó Sofía con ojos brillantes.

"Sí, pero ¿cómo haremos para que la gente hable de nosotros?" - preguntó su mejor amigo, Leo, un niño con una pasión desbordante por la música.

Los niños se pusieron a pensar. En una reunión en la plaza del pueblo, decidieron que su comparsa se llamaría "Las luces del mar" y que tendrían que construir algo que sorprendiera a todos.

Sofía tuvo una idea brillante.

"¡Y si hacemos un barco iluminado!" - sugirió.

"¡Genial! Pero, ¿dónde conseguimos las luces?" - preguntó Ana, la más creativa del grupo.

"Mis abuelos tienen muchas luces navideñas guardadas en el sótano. Podríamos pedirles." - dijo Leo, entusiasmado.

Todos estaban de acuerdo y, al día siguiente, fueron a casa de los abuelos de Leo.

"¡Por favor, abuelita! Necesitamos tus luces para nuestra comparsa." - le pidió Leo, con mirada implorante.

"Claro, hijos. Pero cuiden mucho de ellas, ¡las quiero mucho!" - contestó la abuela, sonriendo.

Con las luces en mano, el grupo comenzó a trabajar en su barco de cartón. Organizaron ensayos, y cada tarde se reunían para decorar el barco y coordinar los bailes y la música que lo acompañarían.

Día tras día, el murmullo en el pueblo crecía, y todos estaban expectantes por la presentación de "Las luces del mar".

Finalmente, llegó el día de la gran comparsa, el 20 de agosto. Cuando llegó el momento, Sofía y sus amigos estaban nerviosos pero emocionados.

"¡Estamos listos! ¡Miren lo hermoso que quedó!" - gritó Sofía, mientras se colocaban en fila.

Miles de luces brillaban en su barco, y el pueblo se detuvo para admirarles. Allí estaban, deslumbrando a todos con su alegría y esfuerzo. La música sonaba fuerte, y los bailarines se movían al unísono, llenando el aire con risas.

Pero justo cuando estaban a punto de iniciar, un fuerte viento sopló y el barco comenzó a tambalearse.

"¡Sujétenlo!" - gritó Leo, intentando aferrarlo.

"¡No puedo! ¡Las luces se están cayendo!" - lloró Ana, mientras las luces empezaban a caer al suelo.

Sofía, viendo la escena, no se dio por vencida.

"¡Deténganse! ¡Si nos unimos y trabajamos juntos, podemos salvarlo!" - gritó con energía.

Todos se unieron, formando una cadena humana para sostener el barco. Aunque algunos objetos se cayeron, otros quedaron firmes. Juntos, lograron estabilizarlo, y en medio de la ola de viento, se sintieron más fuertes que nunca.

Cuando el viento se calmó, estallaron en risas, y la presentaron comenzó con más energía que nunca.

"¡Gracias por no rendirse!" - dijo Leo, mirando a sus amigos. "¡Juntos logramos lo imposible!"

La comparsa fue un éxito rotundo. Todos en Bahía Cupica no paraban de aplaudir y al finalizar, el pueblo aclamó a "Las luces del mar" por su valentía y trabajo en equipo.

El espectáculo iluminó el cielo con fuegos artificiales que se reflejaban en el mar.

"Este fue el mejor día de todos" - exclamó Sofía, sonriendo a sus amigos.

Así terminó la fiesta, pero en los corazones de esos niños quedó la enseñanza más valiosa de todas: que juntos, pueden lograr grandes cosas, incluso cuando todo parece oscuro.

FIN.

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