El Misterio de las Nubes Negras



Había una vez, en un pintoresco pueblo llamado Colorín, un lugar donde convivían todo tipo de seres: hadas, duendes, animales que hablaban y hasta algunos humanos. Todos vivían en absolute armonía y se ayudaban mutuamente en sus tareas diarias. Sin embargo, un día, un extraño ser llegó al pueblo. Se presentaba como el Sr. Black, un ser alto y delgado, vestía de oscuro y tenía una sonrisa enigmática.

"¡Hola, amigos! Soy el Sr. Black, vengo de tierras lejanas. ¿Puedo quedarme aquí un tiempo?" - preguntó con voz suave.

Los habitantes del pueblo, curiosos, lo recibieron con los brazos abiertos. Al principio, todo parecía ir bien. El Sr. Black les contaba historias fascinantes y parecía querer aprender sobre la vida en Colorín.

Sin embargo, un día el cielo comenzó a oscurecerse. Las nubes se volvieron negras y empezaron a cobrar vida. Se formaron ojos en ellas, miraban a todos lo que pasaba abajo. El cielo se tiñó de rojo, y el ambiente se volvió tenso.

"¿Qué está pasando?" - gritó una pequeña hada llamada Lila, con sus alas temblando.

"Eso no es natural..." - susurró un duende llamado Timo, mientras se acercaba a la ventana.

De repente, un rayo resonó y la tierra tembló. En ese momento, el Sr. Black se rió, una risa oscura que hizo eco en todo el pueblo.

"¿Os gusta el espectáculo?" - dijo con desdén. Divertido, observaba cómo todos se asustaban.

Los habitantes, confundidos y asustados, empezaron a culpar al Sr. Black. La paz que había reinado en Colorín se tornó en caos. Mientras todos murmuraban, Lila tuvo una idea brillante.

"¡Chicos! ¿Y si hablamos con él? Quizás podamos entender por qué está haciendo esto." - sugirió con entusiasmo.

"Pero, Lila, ¡es peligroso!" - respondió Timo.

"No lo sé. Pero sólo quiero intentar. Tal vez haya una razón para esto" - insistió ella.

Con convicción, Lila se acercó al Sr. Black:

"¿Por qué estás haciendo esto?" - cuestionó con determinación.

El Sr. Black sonrió, pero esta vez no era una risa de burla.

"No estoy aquí para hacer daño, pequeña hada. Solo deseaba que el pueblo sintiera un poco de emoción. La vida es tan aburrida para ustedes..." - explicó.

"Pero eso no justifica que asustes a todos. La vida aquí es hermosa, llena de colores, risas y amor. ¡Ese es el verdadero encanto!" - le respondió Lila.

El Sr. Black, sorprendido por las palabras de Lila, comenzó a reflexionar.

"Nunca pensé en eso... Siempre quise ser parte de algo, pero nunca supe cómo hacerlo sin causar estragos." - admitió.

Lila sonrió dulcemente.

"No tienes que causar miedo para ser parte del pueblo, Sr. Black. Puedes compartir tu historia, tus colores oscuros también pueden ser hermosos si los usas de otra manera. ¿No te gustaría ser nuestro amigo?" - propuso.

El Sr. Black se quedó en silencio. Lentamente, las nubes empezaron a aclararse y sus ojos se desvanecieron. El cielo rojo se tornó azul nuevamente.

"Entonces, ¿puedo ser parte de Colorín?" - preguntó con timidez.

"¡Sí, claro!" - exclamaron todos juntos.

Desde entonces, el Sr. Black empezó a ayudar a los habitantes, aunque su forma de ser era un poco peculiar. Aprendió a cuidar de la naturaleza y a contar historias divertidas sin hacer sentir miedo. Colorín, con su ayuda, se volvió aún más vibrante y lleno de aventuras.

Así, el pueblo se dio cuenta de que siempre se puede encontrar un camino hacia la paz y la amistad, incluso en los momentos más oscuros. Y desde entonces, el Sr. Black no fue solo un visitante, sino un querido amigo del pueblo de Colorín. Por siempre, las nubes conservaron su color, pero las risas y la alegría nunca más faltaron. Y todos vivieron felices, incluyendo a su nuevo amigo negro.

FIN.

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