El misterio de las palabras perdidas



Paula y Nadia eran dos amigas que estudiaban en el Centro María Espínola. Ese día, estaban preocupadas porque tenían que rendir un examen de lengua y no se sentían preparadas.

La profesora les había explicado la importancia de las palabras y cómo podían transformar el mundo, pero a ellas les estaba costando entenderlo. -¿Qué vamos a hacer, Nadia? No entiendo nada de gramática y me cuesta aprender las reglas de ortografía -se lamentó Paula.

-Tranquila, Paula, seguro encontraremos una forma de aprender que nos divierta -respondió Nadia con optimismo. Decidieron buscar en la biblioteca del colegio algún libro que les ayude a entender mejor la materia.

Fue entonces que encontraron un libro antiguo y misterioso con un título que decía: 'El jardín de las palabras perdidas'. Intrigadas, abrieron el libro y de repente se vieron envueltas en una luz brillante que las transportó a un lugar mágico.

Se encontraron en un jardín encantado, lleno de flores y árboles con hojas que parecían letras del abecedario. -¡Esto es increíble! -exclamó Paula maravillada. -¿Dónde estamos? -se preguntó Nadia. De repente, apareció ante ellas una hada con alas de mariposa.

-Bienvenidas al jardín de las palabras perdidas, donde viven todas las palabras olvidadas y perdidas del mundo -les dijo el hada con una sonrisa. Las niñas se dieron cuenta de que estaban en un lugar donde las palabras cobraban vida propia.

El hada les explicó que el jardín estaba en peligro porque las palabras estaban desapareciendo, lo cual afectaba la comunicación en el mundo real. -Necesitamos su ayuda para encontrar las palabras perdidas y devolverlas a su lugar -les pidió el hada.

Paula y Nadia aceptaron el desafío y se dispusieron a recorrer el jardín en busca de las palabras perdidas. Descubrieron que las palabras se escondían en lugares extraños y debían resolver acertijos y juegos de lógica para encontrarlas.

A medida que iban encontrando las palabras, las iban pronunciando en voz alta y estas brillaban con intensidad antes de regresar a su lugar en el jardín. Con cada palabra recuperada, el jardín cobraba más vida y color. Finalmente, encontraron la palabra

FIN.

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