El misterio de las vocales perdidas
Había una vez una niña llamada Mariana, que estaba muy emocionada porque acababa de aprender las vocales. Todos los días practicaba su abecedario y disfrutaba formando palabras con ellas. Pero un día, algo extraño ocurrió: las vocales desaparecieron.
Mariana se despertó por la mañana y fue corriendo a su escritorio para escribir algunas palabras nuevas. Sin embargo, cuando tomó su lápiz y papel, se dio cuenta de que algo no estaba bien.
No había ninguna vocal en el papel, solo consonantes. Mariana se sintió confundida y preocupada. Intentó escribir algunas palabras solo con las consonantes, pero no tenía sentido. Se sentía frustrada porque no podía expresarse correctamente sin las vocales.
Decidida a encontrar una solución, Mariana salió de su casa en busca de ayuda. Caminó por el vecindario hasta llegar al parque donde solían jugar los niños del barrio. Allí encontró a sus amigos Tomás y Sofía jugando en el tobogán.
Mariana les contó lo que le había sucedido y les pidió consejo. "¡Oh no! ¡Qué problema más grande!", exclamó Sofía sorprendida. "No te preocupes Mariana, seguro encontraremos una solución", dijo Tomás tratando de tranquilizarla.
Los tres amigos comenzaron a pensar en cómo podrían resolver este misterio. Decidieron buscar pistas por todo el parque para descubrir qué había pasado con las vocales.
Caminaron juntos hacia la zona de juegos infantiles y allí vieron un cartel colgado en uno de los columpios:"Para recuperar tus queridas vocales, deberás resolver algunos acertijos especiales. Busca en el parque, busca con atención, y encontrarás la solución. "Mariana, Tomás y Sofía se emocionaron al leer el mensaje.
Ahora tenían un objetivo claro: resolver los acertijos y encontrar las vocales perdidas. Comenzaron a buscar por todo el parque, explorando cada rincón. Encontraron pistas escondidas en los árboles, en el suelo e incluso en los juegos del parque.
Los acertijos eran desafiantes, pero juntos lograban descifrarlos uno por uno. Después de muchas horas de búsqueda intensa, finalmente encontraron todas las vocales escondidas detrás de un arbusto cerca del lago del parque. Mariana estaba tan feliz que no podía contener su emoción.
"¡Lo logramos! ¡Encontramos las vocales!", exclamó Mariana emocionada. "Sí, fue una gran aventura", dijo Tomás sonriendo. "Ahora podré escribir palabras nuevamente", agregó Sofía aliviada. Los tres amigos regresaron a casa llevando consigo las vocales recuperadas.
Mariana se sentó en su escritorio y comenzó a escribir palabras una vez más. Esta vez valoraba aún más la importancia de las vocales en la formación de palabras.
Desde aquel día, Mariana nunca olvidaría la lección aprendida: que trabajar juntos y perseverar puede ayudarnos a superar cualquier obstáculo. Además, comprendió que cada letra tiene su propio valor y contribuye a darle significado a nuestras palabras.
Y así continuó Mariana disfrutando de sus letras y compartiendo historias con sus amigos, sabiendo que las vocales siempre estarían allí para ayudarla a expresarse.
FIN.