El misterio de los animales transformados
Érase una vez en un pequeño pueblo de Ecuador, vivía un campesino llamado Juan. Juan era conocido por cuidar a sus animales con amor y dedicación, pero un día algo extraño comenzó a suceder en su granja.
Sus animales parecían estar confundidos con su identidad. Todo empezó cuando la vaca Lola comenzó a comportarse como un gallo, cantando al amanecer en lugar de mugir. Juan se rascaba la cabeza sin entender qué estaba pasando.
Luego, el cerdo Pancho decidió pasar sus días revolcándose en el lodo como si fuera un elefante. Y para completar la confusión, las gallinas pensaron que eran perros guardianes, ladrando y persiguiendo a cualquier extraño que se acercara.
Juan estaba preocupado por sus animales y decidió pedir ayuda al sabio del pueblo, Don Miguel. Don Miguel escuchó atentamente el problema de Juan y le dijo: "Creo saber lo que está pasando en tu granja, Juan.
Hay una leyenda antigua que habla de una planta mágica que crece en estas tierras y puede cambiar la identidad de los animales que la consumen". Juan asombrado le preguntó cómo podía solucionar ese problema tan inusual.
Don Miguel le explicó que debían encontrar la planta mágica y preparar una poción especial para devolver a los animales su verdadera identidad. Sin perder tiempo, Juan y Don Miguel se adentraron en el bosque en busca de la planta mágica.
Después de una larga búsqueda, finalmente encontraron la preciada planta y regresaron a la granja. Juan siguió las instrucciones de Don Miguel y preparó la poción mágica.
Primero le dio a beber a Lola la vaca, luego a Pancho el cerdo y finalmente a las gallinas traviesas. Para sorpresa de todos, las transformaciones extrañas desaparecieron gradualmente frente a sus ojos maravillados.
La vaca Lola volvió a mugir melodiosamente al atardecer; Pancho recuperó su gusto por revolver el estiércol; y las gallinas retomaron sus cacareos habituales. Juan abrazó emocionado al sabio Don Miguel por haberle ayudado a salvar la identidad verdadera de sus queridos animales.
Desde ese día, cada vez que alguien en el pueblo contaba esta historia recordaban lo importante que es aceptarnos tal como somos y valorar nuestra propia identidad única. - ¡Gracias Don Miguel! Sin tu ayuda no hubiera podido resolver este misterio - exclamó Juan emocionado. - Es importante recordar siempre quiénes somos realmente -respondió sabiamente Don Miguel-.
Cada uno tiene su propia esencia que nos hace especiales.
Y así, entre risas y abrazos, terminó esta increíble aventura donde se demostró que aceptarnos tal como somos es fundamental para vivir felices y en armonía con nosotros mismos y con los demás.
FIN.