El misterio de los cuentos perdidos



En la Biblioteca del Ministerio del Tiempo, donde se guardaban los libros más antiguos y valiosos de la historia, sucedió algo muy extraño.

Un día, al abrir la sección de cuentos de hadas de Hans Christian Andersen, descubrieron que varios libros habían desaparecido misteriosamente. El equipo del Ministerio del Tiempo decidió investigar el caso para encontrar a los responsables del robo.

Los sospechosos eran la bibliotecaria, el conserje, una estudiante que siempre estaba leyendo en ese sector, una autora local que visitaba la biblioteca con frecuencia y una historiadora experta en literatura infantil. La bibliotecaria era una mujer mayor y amante de los libros. Siempre había cuidado con esmero cada ejemplar de la biblioteca.

El conserje era un hombre callado pero muy observador. La estudiante era curiosa e inquieta, le encantaba perderse en las historias de fantasía. La autora local era reconocida por sus relatos fantásticos inspirados en cuentos clásicos.

Y la historiadora tenía un profundo conocimiento sobre la vida y obra de Andersen. "¡Debemos resolver este misterio lo antes posible! Los niños vienen a la biblioteca buscando estos maravillosos cuentos", dijo la historiadora preocupada.

El equipo decidió interrogar a cada sospechoso para buscar pistas que los llevaran al culpable. Descubrieron que todos tenían coartadas sólidas y no parecían tener motivos para cometer el robo.

Fue entonces cuando recordaron que los libros robados eran todos cuentos escritos por Andersen en distintos géneros literarios: algunos eran cuentos de hadas clásicos, otros relatos fantásticos y también había historias realistas. "¡Es evidente! El ladrón debe ser alguien que aprecie mucho los distintos géneros literarios", exclamó la autora local sorprendida.

Decidieron revisar las cámaras de seguridad y encontraron algo inesperado: ¡todos los sospechosos habían sido vistos merodeando por el sector de cuentos de hadas esa misma tarde!"Pero ¿cómo podemos saber quién fue realmente?", se preguntó la estudiante preocupada.

Fue entonces cuando el conserje recordó algo importante: mientras hacía su ronda esa tarde, vio a uno de los sospechosos dejando caer un libro sin darse cuenta cerca del lugar donde luego descubrirían el robo.

"¡Eso es! ¡Esa pista nos dará al culpable!", exclamó emocionada la bibliotecaria.

Con esa nueva pista, revisaron detenidamente las huellas digitales en el libro caído y lograron identificar al responsable: ¡era la estudiante!"Lo siento mucho, me dejé llevar por mi amor por los libros y quise llevármelos para leerlos en casa", confesó avergonzada la estudiante.

Finalmente, todos comprendieron que no está bien tomar lo que no nos pertenece y aprendieron sobre la importancia de respetar las reglas y cuidar los tesoros compartidos como los libros en una biblioteca pública.

Así, gracias a trabajo en equipo basado en pistas reales e investigación meticulosa lograron resolver el misterio del robo en paz sin recurrir a medidas drásticas o acusaciones falsas; demostrando así cómo ODS 16 Paz justicia e instituciones solidas pueden ser implementadas incluso frente a situaciones complicadas dentro del ámbito infantil.

FIN.

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