El misterio de los disfraces
En una pequeña ciudad rodeada de montañas, vivía una niña llamada Martina. Martina era muy curiosa y le encantaba descubrir cosas nuevas. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró un antiguo baúl lleno de disfraces. Martina no podía creer su suerte, así que decidió llevarse el baúl a su casa.
Al llegar a su habitación, Martina empezó a examinar cada disfraz. Había trajes de piratas, princesas, superhéroes y muchos más. De repente, uno de los disfraces llamó la atención de Martina. Era un traje de detective con una lupa y un sombrero de ala ancha. Martina se probó el disfraz y enseguida se sintió como una verdadera investigadora.
Esa noche, mientras dormía con el disfraz de detective puesto, Martina tuvo un sueño extraño. En su sueño, se encontraba en un mundo mágico donde todos los habitantes llevaban máscaras. Nadie mostraba su verdadero rostro, y Martina se sentía confundida y un poco asustada.
Al despertar, Martina decidió llevar el disfraz de detective al parque para jugar con sus amigos. Cuando llegó, todos la miraron sorprendidos y comenzaron a reír. -¡Miren a Martina, parece una detective de verdad! -exclamó uno de sus amigos burlonamente.
Martina se sintió incómoda y confundida. ¿Por qué se reían de ella? Decidió irse a su casa y guardar el disfraz en el baúl. Sentada en su habitación, Martina reflexionó sobre lo sucedido. De repente, entendió el mensaje de su sueño. La verdadera identidad de una persona no está en los disfraces que usa, sino en lo que lleva en su corazón.
Con esta revelación, Martina decidió contarles a sus amigos acerca de los disfraces y lo que había aprendido. Pronto, todos juntos organizaron un concurso de disfraces donde cada uno mostraba su verdadera identidad a través de los trajes que elegían. Martina se sintió feliz al ver que todos disfrutaban siendo ellos mismos y compartiendo sus gustos únicos.
Desde ese día, Martina guardó con cariño el disfraz de detective como un recordatorio de que la verdadera identidad está en el interior de cada persona, y que no hace falta esconderse detrás de un disfraz para ser especial y único. Y así, la niña que amaba descubrir cosas nuevas siguió explorando el mundo, siempre siendo fiel a su verdadera identidad.
FIN.