El misterio de los libros perdidos


Había una vez en el colegio Gabriel Aresti 14 niños y niñas muy traviesos y curiosos que siempre estaban buscando nuevas aventuras.

Su profesora, la señorita Zuberoa, era una mujer amable y paciente que siempre estaba dispuesta a enseñarles cosas nuevas y ayudarlos en lo que necesitaran. Un día, durante el recreo, los niños se acercaron a la señorita Zuberoa con caritas de preocupación.

- ¡Seño Zuberoa, seño Zuberoa! -exclamó Martina, una de las niñas más inquietas del grupo- ¡Encontramos un mapa en el patio y creemos que nos llevará a un tesoro escondido! La señorita Zuberoa sonrió ante la emoción de los niños y decidió acompañarlos en su búsqueda del tesoro.

Juntos siguieron las pistas del mapa: cruzaron el patio corriendo hasta llegar al árbol más grande del colegio, donde encontraron la primera pista. Luego pasaron por la biblioteca, resolvieron acertijos en el salón de ciencias y finalmente llegaron al jardín detrás del gimnasio.

Allí, enterrado bajo un viejo árbol, encontraron una caja llena de libros nuevos para la biblioteca del colegio. Los niños no podían creer su suerte y abrazaron a la señorita Zuberoa emocionados.

- ¡Gracias por ayudarnos a encontrar este tesoro tan especial! -dijeron todos al unísono. La señorita Zuberoa les explicó que el verdadero tesoro estaba en los libros y en todo lo que podían aprender de ellos.

Les recordó lo importante que era leer cada día para descubrir mundos nuevos y adquirir conocimientos que los ayudarían a crecer como personas. Desde ese día, los niños del colegio Gabriel Aresti se dedicaron con entusiasmo a leer todos los libros de la nueva colección.

Descubrieron historias increíbles, aprendieron sobre animales exóticos, viajaron a lugares lejanos sin salir del colegio y se convirtieron en grandes amantes de la lectura.

Y así, gracias a la valiosa lección de la señorita Zuberoa, aquellos niños comprendieron que el mayor tesoro que podían encontrar estaba dentro de ellos mismos: su sed insaciable por aprender y descubrir el mundo que los rodeaba. Y juntos vivieron muchas más aventuras educativas e inspiradoras en el colegio Gabriel Aresti.

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