El misterio de los limones dorados



En la comuna de Sinchal, vivía una niña llamada Martina. Ella adoraba recoger limones en el campo, pero un día, mientras buscaba limones, tropezó con algo brillante entre los árboles.

Martina se acercó y vio que era un limón completamente dorado. Fascinada, lo tomó y lo guardó en su cesto. Al regresar a su casa, mostró el limón a su abuelita Catalina. - Abuelita, ¡mira lo que encontré! ¡Un limón dorado! - exclamó Martina emocionada.

La abuela Catalina, sorprendida, le contó a Martina una antigua leyenda sobre los limones dorados. Según la leyenda, quien encontrara un limón dorado sería recompensado con la realización de un deseo, pero primero debía superar tres pruebas.

Martina, decidida a hacer realidad su más grande deseo de que en Sinchal todos tengan suficiente alimento, aceptó el desafío. La primera prueba consistía en encontrar la flor de limón escondida en el bosque. Con valentía y astucia, Martina encontró la flor brillante entre la maleza.

La segunda prueba la llevó a resolver un acertijo sobre el cuidado de los árboles frutales. Con la ayuda de su vecino, don Lorenzo, Martina descubrió la respuesta al enigma.

La tercera prueba la enfrentó a la tarea de sembrar y cuidar árboles frutales en el campo. Con esfuerzo y paciencia, Martina cumplió con éxito cada desafío. Finalmente, llevó el limón dorado al árbol más viejo de la comunidad y lo colocó con amor entre las ramas.

En ese momento, algo mágico sucedió: el limón dorado se transformó en una lluvia de semillas doradas que cayeron sobre la tierra. Pronto, los árboles frutales crecieron vigorosos y llenaron Sinchal con limones y otras frutas. Martina, con lágrimas de alegría, vio su deseo cumplido.

Desde entonces, los limones dorados se convirtieron en un símbolo de esperanza y solidaridad en Sinchal, recordando a todos que los sueños pueden hacerse realidad con esfuerzo y amor.

FIN.

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