El Misterio de los Moldes Perdidos
Era un soleado día en la casa de los Hernández. Laura, una niña curiosa de diez años, estaba emocionada porque iba a hornear su pastel favorito con la ayuda de su hermana pequeña, Jazmín. Pero al abrir el armario de la cocina, se dio cuenta de que los moldes de pasteles habían desaparecido.
"¡Jazmín! No están los moldes de pasteles, ¿dónde pueden estar?" dijo Laura, angustiada.
"¡No puede ser! Tenía muchas ganas de hacer un pastel de chocolate" respondió Jazmín, con los ojos muy abiertos.
Laura miró a su alrededor. Recordó que, el día anterior, habían estado en el parque jugando con su padre, así que pensaron que tal vez alguien los había tomado prestados sin avisar. Decidieron que tenían que investigar.
"¡Papá!" gritó Laura.
"¿Qué pasó, chicas?" contestó su padre, que estaba en el jardín regando las plantas.
"¡Se han perdido los moldes de pasteles! Necesitamos encontrar al culpable" explicó Laura con determinación.
"¿Por qué no hacemos una búsqueda en el bosque?" sugirió su padre. "Puede que encuentren alguna pista ahí".
Sin dudarlo, las tres se pusieron en marcha. Cuando llegaron al bosque que estaba detrás de su casa, se encontraron con un portal brillante que nunca antes habían visto.
"¿Qué será eso?" preguntó Jazmín.
"No lo sé, pero deberíamos investigarlo. Tal vez nos lleve a algún lugar donde podamos encontrar a quien robó los moldes" dijo Laura emocionada.
Sin pensarlo dos veces, cruzaron el portal y se encontraron en un país de fantasía. Había colinas llenas de arcoíris y unicornios galopando entre flores de colores.
"¡Mirá, Jazmín!" gritó Laura, mientras señalaba un unicornio dorado.
"¡Es hermoso!" exclamó Jazmín.
Mientras exploraban, se encontraron con una linda hadita llamada Lila.
"Hola, chicos, bienvenidos al País de los Sueños. ¿Buscan algo especial?" preguntó Lila con una sonrisa radiante.
"Sí, estamos buscando unos moldes de pasteles que se han perdido" explicó Laura.
"¿Moldes de pasteles? Puedo ayudarles, pero primero tienen que ayudarme a encontrar mi varita mágica que se ha extraviado" dijo Lila.
Laura y Jazmín se miraron.
"Claro, ¿dónde la viste por última vez?" preguntó Jazmín.
"La dejé cerca de la Cascada Brillante, pero hay un dragón que la guarda" advirtió Lila.
"No hay problema, ¡vamos a ayudar!" dijo Laura, llena de valor.
Así que se dirigieron hacia la Cascada Brillante. Al llegar, se encontraron con un dragón rojo que parecía muy enfadado.
"¿Quién osa acercarse a mi tesoro?" rugió el dragón.
"¡Hola! No queremos peleas, solo venimos a buscar la varita de Lila" explicó Laura, dando un paso adelante.
"Esa varita es mía" dijo el dragón, mostrando los colmillos.
"Pero si nos dejas recuperarla, te prometemos que te dejaremos un pastel hecho en casa" ofreció Jazmín, temblando un poco.
Los ojos del dragón brillaron ante la idea del pastel.
"Un pastel, ¿dijiste? Nunca he probado uno. Está bien, si me traen un pastel, les devolveré la varita" aceptó el dragón, dándose la vuelta.
Laura y Jazmín aceptaron el trato. Tendrían que volver a casa a hacer un pastel.
"¡Vámonos!" dijo Laura emocionada.
"¡Sí! Y luego volveremos a traer el pastel“ respondió Jazmín mientras saltaba.
Al cruzar de nuevo el portal, Laura y Jazmín se dirigieron rápidamente a la cocina con su padre para preparar el pastel más delicioso del mundo.
Tras hornear el pastel de chocolate, incluso decoraron un poco con chispas de colores.
"¡Listo! Ahora a llevarle el pastel al dragón" dijo Laura con una sonrisa triunfante.
"¿Crees que le gustará?" preguntó Jazmín, un poco nerviosa.
"¡Seguro que sí!" aseguró Laura.
Regresaron a la Cascada Brillante y le ofrecieron el pastel al dragón.
"¡Es el mejor pastel que he comido!" dijo el dragón mientras lamía los restos de chocolate, muy satisfecho.
"Y ahora, ¿nos devolverás la varita?" preguntó Lila ansiosamente.
"Por supuesto. Aquí la tienes" respondió el dragón, entregándole la varita.
Lila agitó su varita y de repente, un arcoíris brillante apareció en el cielo.
"Gracias por ayudarme, chicos. ¡Pueden volver aquí cuando quieran!" dijo Lila y voló hacia el cielo.
Laura, Jazmín y su padre regresaron a casa, felices de haber vivido una aventura mágica.
"¡Lo logramos!" exclamó Laura.
"¡Y tenemos nuestro pastel!" gritó Jazmín.
"Y ahora sabemos que con trabajo en equipo, todo es posible" agregó su padre, sonriendo con orgullo.
Juntas, disfrutaron de su delicioso pastel de chocolate y rieron recordando la increíble aventura en el País de los Sueños.
A partir de ese día, supieron que siempre podrían contar unos con otros para resolver cualquier misterio.
FIN.