El misterio de los nidos perdidos



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, una niña llamada Lila. A Lila le encantaban las aves. Tenía un cuaderno lleno de dibujos de pájaros y una colección de nidos que había encontrado en su jardín. Cada vez que escuchaba el canto de un pájaro, se emocionaba y corría a ver cuál era.

Una mañana, mientras exploraba el bosque cercano, Lila oyó un canto melodioso que nunca había escuchado. "¿Qué pájaro será ese?"- se preguntó. Siguiendo el sonido, se adentró más en el bosque y vio a un pequeño pájaro de plumas azules que parecía estar muy preocupado.

"Hola, pequeño pájaro. ¿Qué te pasa?"- le preguntó Lila.

"¡Hola! Soy un canario y he perdido mi nido. Sin él, no tengo un lugar donde vivir. Estoy muy asustado"- respondió el pájaro con una voz temblorosa.

Lila sintió mucha tristeza por el pequeño canario. "No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar tu nido"- le dijo con una sonrisa. Y así, la niña y el canario comenzaron su búsqueda. Juntos recorrieron el bosque, preguntando a otros animales si habían visto el nido.

Primero, se encontraron con una tortuga.

"¿Tú has visto un nido de canario por aquí?"- preguntó Lila.

"No, pero he visto muchos árboles altos donde podrían estar los nidos. Tal vez deberías mirar allí"- sugirió la tortuga.

Lila y el canario fueron a un gran árbol de roble. Desde allí, el canario voló alto y miró. "¡No está aquí!"- exclamó.

Después, encontraron a un viejo búho que descansaba en una rama.

"Señor búho, ¿ha visto usted un nido de canario?"- preguntó Lila.

"Hmm, he visto muchas cosas en esta vida. Pero un nido perdido... eso es algo especial. ¿Han mirado en la parte más profunda del bosque?"- aconsejó el búho sabio.

Lila y el canario decidieron que tendrían que cruzar el arroyo para llegar a la parte más profunda del bosque. Lila, siempre con una sonrisa y llenita de valentía, se metió en el arroyo con cuidado y alcanzó la otra orilla. El canario la siguió volando por encima.

Al llegar, notaron un lugar mágico: un claro lleno de flores, árboles frutales y, sobre todo, muchos nidos. "¡Mira!"- gritó Lila emocionada, mientras señalaba los nidos colgando de las ramas. Pero al acercarse, descubrieron que ninguno de esos nidos era el del canario.

"Sigue buscando, no te desanimes"- le animó Lila. Pero el canario estaba comenzando a llorar. "Creo que no voy a encontrarlo nunca..."- dijo con voz triste.

Lila, intentando consolarlo, le dijo: "No te olvides, la aventura es lo que cuenta. Y juntos, somos más fuertes.¿Quién sabe? Tal vez tu nido esté más cerca de lo que piensas"- Y en ese instante, una idea iluminó la mente de Lila.

"¡Espera! ¿Y si regresamos al primer árbol que vimos? Quizás el viento lo movió de su lugar y sólo hay que mirar bien"- sugirió.

Con un nuevo sentido de esperanza, Lila y el canario volvieron rápidamente al roble. Al llegar, el canario voló alto nuevamente y, de pronto, ¡empezó a cantar feliz!"¡He encontrado mi nido!"- gritó el canario. Lila lo miró y, efectivamente, vio su nido atascado entre las ramas.

"¡Lo lograste! ¡Es tu nido!"- exclamó Lila. Con mucho esfuerzo, el canario se balanceó en las ramas y empujó el nido hasta bajarlo, mientras Lila lo sostenía con sus manos.

El canario, emocionado, se metió dentro de su nido de nuevo. "¡Gracias, Lila! No sólo encontraste mi nido, sino que me enseñaste a no rendirme"- le dijo el canario.

"Siempre habrá un camino, pequeño amigo. A veces hay que mirar más cerca, a veces hay que volar más alto. Pero nunca debemos olvidar que nunca estamos solos. Siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos"- respondió Lila con sabiduría.

Y así, Lila se convirtió en una gran amiga de las aves, ayudando a todos los pájaros en su pueblo. Cada vez que escuchaba un canto, sabía que allí había un amigo que necesitaba su ayuda. Y aprendió que la amistad y el trabajo en equipo pueden ayudarnos a superar cualquier obstáculo. Y desde ese día, el canario nunca se separó de Lila, volando a su lado cada vez que podía.

Fin.

FIN.

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