El misterio de los puntos cardinales en Costa Rica


Había una vez en Costa Rica, un pequeño pueblo llamado Pura Vida, donde vivía Martina, una niña curiosa y valiente. Un día, Martina escuchó a su abuelo contar una historia sobre los puntos cardinales y cómo podían ayudar a las personas a encontrar su camino. Martina quedó fascinada con la idea de los puntos cardinales y decidió emprender una aventura para descubrir si realmente existían en su país.

Llenándose de valentía, Martina se embarcó en un emocionante viaje por Costa Rica. Conoció a distintos personajes como el sabio Rafa, el divertido monito Tico, y la simpática tortuga Tita, quienes la ayudaron en su búsqueda. Juntos recorrieron montañas, playas y selvas, enfrentando desafíos y resolviendo acertijos mientras se acercaban a descubrir el misterio de los puntos cardinales.

-“¿Creen que realmente existan los puntos cardinales en Costa Rica? ”, preguntó Martina con emoción mientras caminaban por el bosque.

- “Claro que sí, Martina. Los puntos cardinales existen en todas partes del mundo. Son el norte, sur, este y oeste, y nos ayudan a orientarnos”, explicó Rafa con sabiduría.

Después de una travesía llena de aventuras, Martina y sus amigos llegaron a un antiguo templo escondido en la selva. Allí, descubrieron un misterioso mapa que los condujo a cuatro lugares emblemáticos en Costa Rica, cada uno representando un punto cardinal. En el norte encontraron la majestuosa cordillera de Guanacaste, en el sur hallaron las bellas playas de la península de Osa, en el este descubrieron la imponente llanura de Tortuguero, y en el oeste se maravillaron con el imponente volcán Arenal. Al final de su viaje, Martina entendió que los puntos cardinales estaban presentes en su país de manera simbólica, representados por la belleza y diversidad de su tierra.

Llena de orgullo y felicidad, Martina regresó a Pura Vida con un corazón rebosante de gratitud por su hermoso país. Comprendió que los puntos cardinales no solo eran direcciones geográficas, sino también símbolos de orientación y belleza. Desde ese día, Martina se convirtió en la exploradora de su pueblo, compartiendo su amor por los puntos cardinales y enseñando a otros niños a valorar la grandeza de Costa Rica.

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