El Misterio de los Regalos Perdidos
Era una tarde soleada de diciembre en el parque del barrio. Juan y Sofía, dos amigos inseparables, estaban sentados en una de las mesas de picnic, rodeados de hojas caídas y el aroma a pino que traía la brisa. La Navidad se acercaba rápidamente, y las noticias sobre los regalos de cada uno no se hacían esperar.
"¿Qué pediste para Navidad, Sofía?", -preguntó Juan con una sonrisa.
"Yo quiero un patín nuevo", -respondió Sofía, emocionada. "El que tengo se me rompió la semana pasada... ¡pero también sería genial un juego de mesa!".
"Yo pedí un remo para el kayak que tenemos en casa, ¡quiero aprender a navegar!", -dijo Juan mientras hacía gestos con las manos, como si ya se imaginara en el agua.
Los dos amigos rieron, compartiendo sus sueños de regalos. De pronto, un niño que pasaba corriendo dejó caer una pequeña caja envuelta en papel brillante.
"¡Mirá!", -gritó Sofía, levantándose y corriendo hacia la caja. "¿Creerás que es uno de nuestros regalos?".
"No creo, pero vamos a abrirlo", -dijo Juan, intrigado. Con cuidado, Sofía destapó el papel y encontró un pequeño rompecabezas. Era colorido y tenía una imagen de un paisaje de invierno con copos de nieve.
"¡Es hermoso!", -dijo Sofía. "Pero... ¿a quién pertenecía?".
Moraleja: En ese momento, los dos amigos decidieron que necesitarían averiguarlo. Era Navidad, y eso significaba ayudar a los demás.
"Tal vez deberíamos preguntarle a los demás chicos del parque. Seguro alguno lo conoce", -sugirió Juan.
Partieron a buscar, preguntando a cada niño que encontraban. Uno por uno, todos negaron haberlo visto antes, hasta que se acercaron a una niña que estaba construyendo un castillo de arena.
"¿Vos viste esta caja?", -preguntó Sofía, mostrándole el rompecabezas.
"¡Sí!", -exclamó la niña. "La dejó un chico que juega al fútbol. La vi por ahí!".
La búsqueda era como un juego. Los amigos se sintieron emocionados, así que decidieron seguir buscando. Finalmente, encontraron al niño que había perdido la caja. Se llamaba Lucas y estaba muy triste porque su mamá le había prometido una sorpresa de Navidad si encontraba el regalo.
"¡Hola!", -dijo Juan. "¿Este es tu rompecabezas? Lo encontramos en el parque.".
Lucas se iluminó al ver la caja. "¡Sí! Me lo prometieron mis papás. Muchas gracias, amigos!".
"No hay de qué. Te ayudamos porque es lo correcto", -dijo Sofía, sonriendo.
En ese momento, Juan y Sofía se sintieron realmente felices. Era Navidad, y aunque sus propios regalos aún estaban por llegar, habían aprendido que ayudar a otros era el mejor regalo de todos.
"Vamos a invitar a Lucas a jugar con nosotros después. Podríamos hacer una tarde de juegos de mesa!", -propuso Juan. Sofía estuvo de acuerdo al instante.
Y así, los tres amigos pasaron la tarde riendo y jugando, olvidando completamente sus propios deseos y disfrutando del regalo más valioso: la amistad y la solidaridad.
A partir de ese día, Juan y Sofía se comprometieron a hacer de cada Navidad un momento especial no solo para ellos, sino también para los que los rodeaban, recordando siempre que lo más importante de la temporada es compartir y ayudar a otros.
FIN.