El Misterio de los Sentidos en la Feria de Alimentación



Era un día soleado en la localidad de Wenceslao Escalante y los alumnos de segundo año del Instituto Técnico José Hernández estaban muy emocionados. Ese día se llevaría a cabo la Feria de Alimentación, un evento en el que cada grupo de clase debía presentar un plato que representara sus conocimientos sobre los sentidos.

Los chicos se habían organizado en grupos y habían elegido un tema: 'Los cinco sentidos'. Entre ellos, estaban Emma, Julián y Mateo, que decidieron preparar un delicioso gazpacho, mientras que su amiga Valentina les ayudaba en la parte decorativa.

- “¡Chicos! No solo vamos a hacer el gazpacho, tenemos que hacer algo para que la gente lo proba y se sorprenda”, propuso Julián.

- “¿Y qué sugerís? ”, preguntó Emma curiosa.

- “Podríamos hacer una actividad donde cerramos los ojos y la gente pruebe sin ver qué es”, dijo Mateo emocionado.

Todos estaban de acuerdo. Así, comenzaron a preparar su stand, lleno de colores y flores. Mientras tanto, en otros stands, muchos otros alumnos presentaban sus comidas.

Cuando llegó el día y se abrieron las puertas, la feria estaba llena de gente. Los padres, la comunidad y varios profesores se acercaban a cada stand. Emma, Julián y Mateo estaban nerviosos, pero también muy entusiasmados. Decidieron que harían la prueba de los sentidos en grupos.

La primera señora que se acercó, se animó a participar.

- “¿Qué debo hacer? ”, preguntó.

- “Tendrá que taparse los ojos y probar nuestro gazpacho. Con su lengua y su nariz, ¡tendrá que adivinar qué ingredientes hay! ” explicó Valentina con una gran sonrisa.

La señora sonrió y aceptó el reto. Los chicos le vendaban los ojos, mientras la preparaban para la prueba.

- “Recuerde, ¡no mire! ”, dijo Julián mientras servía una cuchara del gazpacho. La señora tomó la muestra y la probó.

- “Mmm, ¡esto es fresco! Hay tomate y... un poco de pimiento, ¿verdad? ”, acertó emocionada.

Los chicos se alegraron y a medida que más personas se atrevían a participar, el stand comenzó a llenarse. La actividad resultó ser un éxito. La música chillona de una banda de los otros alumnos, sonaba de fondo mientras el aroma de las comidas volaba por la feria.

Sin embargo, cuando estaban en lo más alto de la feria, un pequeño problema ocurrió. La caja con los ingredientes frescos para el gazpacho, se cayó al suelo, desparramando todo.

- “¡Oh no! ¿Qué haremos? ”, exclamó Emma con desesperación.

- “No podemos rendirnos, hay que encontrar otra opción”, dijo Mateo mientras miraba a su alrededor. Valentina se le iluminó la cara.

- “Podemos usar lo que tengan los otros stands. Tal vez podamos hacer una mezcla”, propuso.

- “Tenés razón, eso puede funcionar. ¡Vamos! ”, animó Julián.

Los chicos corrieron a pedir ayuda a sus compañeros. Al principio, algunos estaban dudosos, pero luego se unieron al foco de la buena vibra. Así, comenzaron a recoger cada una de las sobras de otros puestos: un poco de pepino de los cremosos sándwiches, un toque de limón de las limonadas y hasta un poco de ajo de una salsa picante.

Con estas nuevas alianzas, rápidamente prepararon una nueva versión de su gazpacho, que resultó incluso mejor que la original.

- “¡Está delicioso! ”, gritó Emma probando su creación final antes de que se sirviera. Valentina estaba contenta; el aroma comenzó a atraer aún más gente.

Entre risas y buena comida, el stand se llenó aún más. Todos querían probar. Al final del día, los chicos no solo aprendieron sobre los sabores y lo importante de combinar los ingredientes, sino que también descubrieron la importancia de la colaboración y cómo trabajar juntos puede generar algo maravilloso.

- “Creo que la mejor parte de todo esto, no solo fue hacer el gazpacho, sino que hicimos muchos amigos y aprendí a confiar en mis compañeros”, dijo Mateo mientras los chicos desarmaban su stand.

- “Y además, ahora sabemos que los sentidos hay que experimentarlos en equipo”, finalizó Emma sonriendo.

Los chicos no ganaron el premio mayor de la feria, pero se llevaron una gran lección sobre el trabajo en equipo y la amistad.

Cuando llegaron a casa, contaron a sus familias lo ocurrido y se dieron cuenta de que el sabor más grande que había en su gazpacho era el amor de la comunidad y el trabajo en conjunto. Y así, el Instituto Técnico José Hernández y su Feria de Alimentación no solo les enseñó sobre los sentidos, sino también, sobre la verdadera esencia de trabajar y disfrutar juntos.

FIN.

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