El misterio de Lucas y las galletas de chocolate


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Dulzura, una niña llamada Ivet que vivía con sus papás en una acogedora casita de colores pastel.

Una tarde soleada, Ivet y sus papás decidieron hornear unas deliciosas galletas de chocolate para disfrutar juntos. "¡Mmm, qué rico huele todo! Estoy ansiosa por probar esas galletas", exclamó Ivet emocionada mientras mezclaba la masa con sus manitas.

Sus papás sonrieron y le recordaron lo importante que era seguir las instrucciones de la receta para que las galletas salieran perfectas. Ivet asintió con entusiasmo y continuaron trabajando juntos en la cocina. Después de un rato, el delicioso aroma a chocolate invadió toda la casa y finalmente las galletas estuvieron listas.

Ivet no podía contener su emoción y rápidamente tomó una para probarla. "¡Uy, está muy caliente! Tenemos que esperar un poco antes de comerlas", advirtió su mamá riendo. Ivet sopló suavemente la galleta mientras esperaban a que se enfriara.

De repente, escucharon un ruido proveniente del jardín trasero. Era el vecino Don Manuel, quien venía buscando a su travieso perro Lucas. "¿Viste a Lucas por aquí? Se escapó otra vez", preguntó Don Manuel preocupado.

Ivet y sus papás se ofrecieron a ayudarlo a buscar al inquieto Lucas. Juntos recorrieron el vecindario llamando su nombre hasta que finalmente lo encontraron jugando en el parque cercano.

"¡Aquí está Lucas! ¡Qué alivio!", exclamó Don Manuel feliz de ver a su mascota sana y salva. De regreso a casa, Don Manuel les dio las gracias a Ivet y sus papás por ayudarlo y les regaló una caja llena de golosinas como muestra de gratitud.

Todos rieron felices compartiendo ese momento especial juntos. Al final, cuando volvieron a la cocina, las galletas ya estaban frías y listas para ser degustadas.

Ivet aprendió lo importante que era ser amable y solidaria con los demás, además de seguir las instrucciones adecuadas en todo lo que hacía. Así fue como esa tarde se convirtió en una dulce aventura llena de sabores deliciosos y lecciones valiosas para Ivet y su familia en Villa Dulzura.

Y desde entonces, cada vez que horneaban galletas de chocolate juntos recordaban aquel día con cariño.

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