El misterio de Max



Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. En vísperas de Navidad, su perro, Max, desapareció misteriosamente.

Los padres de Tomás estaban muy preocupados y tristes por la pérdida del querido miembro de la familia. Tomás no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Decidió buscar a Max por todo el pueblo y pidió ayuda a sus amigos y vecinos.

Sin embargo, después de varias horas sin éxito, se dio cuenta de que necesitaba más ayuda para encontrar a su amado perro. Mientras caminaba por las calles del pueblo con lágrimas en los ojos, Tomás se encontró con un mendigo sentado en una esquina.

El mendigo tenía una barba larga y blanca como la nieve y llevaba puesto un viejo abrigo raído. El mendigo notó la tristeza en los ojos del chico y le preguntó qué le pasaba.

Tomás le contó sobre la desaparición de Max y cómo había buscado incansablemente sin éxito alguno. El mendigo escuchó atentamente y luego dijo: "No te preocupes, joven amigo. Tengo un don especial para encontrar cosas perdidas". Tomás sintió esperanza nuevamente al escuchar estas palabras.

Sin perder tiempo, el mendigo llevó a Tomás hasta una antigua tienda llena de objetos curiosos y polvorientos. La dueña de la tienda era una mujer mayor llamada Doña Clara.

"¿Cómo puedo ayudarte hoy?", preguntó Doña Clara con una sonrisa amable mientras miraba al niño y al mendigo. Tomás explicó su situación y el mendigo le pidió a Doña Clara que les permitiera buscar en la tienda.

Con amabilidad, ella aceptó y comenzaron a explorar cada rincón de aquel lugar lleno de misterios. Mientras buscaban, Tomás se encontró con una vieja caja de música. La abrió y escuchó una dulce melodía que lo hizo sonreír por un momento, pero luego volvió a recordar a Max y su tristeza regresó.

Justo cuando Tomás estaba a punto de darse por vencido, el mendigo llamado Juan exclamó: "¡Lo encontré!". Y allí, detrás de un montón de libros antiguos, estaba Max moviendo la cola emocionado al ver a su dueño.

Tomás no podía creerlo. Abrazó a Max con fuerza mientras lágrimas de felicidad recorrían sus mejillas. Agradeció infinitamente al mendigo Juan y prometió cuidar aún más de su fiel amigo animal.

A medida que salieron de la tienda junto con Max, Doña Clara les dijo: "Recuerden siempre que nunca debemos perder la esperanza. Incluso en los momentos más oscuros, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos". Tomás asintió con gratitud y prometió recordar esas sabias palabras para siempre.

Desde ese día en adelante, él comprendió el valor del apoyo mutuo y nunca dejó que la desesperación lo dominara. En aquella Nochebuena especial, Tomás celebró junto a su familia el regreso triunfal de Max.

Y mientras todos compartían risas y alegría alrededor del árbol de Navidad, Tomás recordó la importancia de tener esperanza y nunca rendirse. Desde entonces, Max y Tomás se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras.

Juntos, aprendieron que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz al final del camino si no dejamos de buscarla.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!