El misterio de Oros Encantado en San Miguel de Velasco



En el hermoso pueblo de San Miguel de Velasco, en la región oriental de Bolivia, se escondía un misterio que había intrigado a los habitantes por generaciones. Todos hablaban del legendario cerro de Oros Encantado, un lugar mágico donde, según la creencia popular, brillantes tesoros se hallaban ocultos bajo la mirada atenta de antiguos guardianes.

Los niños del pueblo, liderados por la valiente Lila, una niña curiosa y decidida, decidieron emprender una emocionante aventura para desentrañar el enigma. Desafiando las advertencias de los adultos, se internaron en el bosque que rodeaba el mítico cerro, dispuestos a descubrir la verdad sobre Oros Encantado.

Entre risas y secretos compartidos, avanzaron por el frondoso camino hasta llegar a la base del cerro. A medida que se adentraban en su ladera, comenzaron a vislumbrar destellos de luz que danzaban entre los árboles, como diminutos tesoros parpadeantes. La emoción invadió sus corazones, y, sin dudarlo, continuaron ascendiendo, guiados por la curiosidad y el anhelo de aventura.

De repente, un murmullo suave y melodioso inundó el aire, envolviéndolos en una atmósfera de magia y misterio. Intrigados, los niños siguieron el canto hasta llegar a una cueva oculta entre las rocas. La entrada desprendía un suave brillo dorado, y, sin temor alguno, decidieron adentrarse en ella.

En el interior de la cueva se encontraron con una sorpresa inesperada: un antiguo mural adornaba las paredes, contando la historia de Oros Encantado y su valioso tesoro, protegido por los espíritus de la naturaleza. Fascinados, los niños escucharon atentamente la suave voz del viento que les reveló el mensaje oculto en el mural. Se trataba de un llamado a preservar y amar la naturaleza, y a cuidar de los tesoros que esta brinda, especialmente el agua, recurso vital para la vida.

Al salir de la cueva, los niños comprendieron que el verdadero tesoro de Oros Encantado no eran riquezas materiales, sino el regalo de la naturaleza y su invaluable sabiduría. Con el corazón lleno de gratitud, regresaron al pueblo para compartir su asombrosa experiencia con los adultos, sembrando la semilla de la conciencia ambiental en sus corazones. San Miguel de Velasco se transformó en un lugar donde el respeto por la naturaleza floreció, gracias a la valentía y la nobleza de un grupo de niños que descubrieron el tesoro más preciado: el amor por el medio ambiente.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!