El Misterio de Pacifica Noroeste



Era una fresca mañana de otoño en Oregon, cuando el detective Cristian y su ayudante Guderian recibieron un nuevo caso. La pequeña Pacifica Noroeste, una niña de siete años, había desaparecido en el bosque cerca de su hogar. Sus padres estaban angustiados, y la comunidad se había unido para buscarla.

"- Cristian, ¿qué hacemos primero?" preguntó Guderian, mientras revisaba los mapas del área.

"- Necesitamos hablar con los padres de Pacifica y recolectar información sobre su rutina", respondió Cristian con determinación.

Cuando llegaron a la casa de Pacifica, la mamá de la niña les explicó que Pacifica era una niña muy curiosa, siempre explorando el bosque cercano y haciendo amigos con los animales. La madre se secó las lágrimas y dijo: "- Ella no sería capaz de irse sola, siempre nos decía dónde iba".

Después de hablar con los padres, Cristian decidió que era hora de investigar el bosque. "- Veamos si hay alguna pista por aquí", sugirió. Guderian asintió y juntos empezaron a caminar entre los árboles.

Tras una larga caminata, encontraron algo: una pequeña muñeca que Pacifica solía llevar consigo a todas partes.

"- ¡Esto debe ser de ella!" exclamó Guderian. "- Tal vez se haya ido a jugar con sus amigos los animales".

"- Es posible, pero no podemos asumir nada. Debemos seguir buscando", respondió Cristian, anotando en su libreta cada detalle.

La tarde avanzaba cuando escucharon un sonido entre los arbustos. Cristian y Guderian se acercaron con cautela y, al apartar las ramas, vieron a Pacifica jugando con un grupo de ardillas.

"- ¡Pacifica!" gritó Cristian, con una mezcla de alegría y alivio. La niña se dio la vuelta, sonriendo.

"- ¡Hola! No se preocupen, solo fui a jugar. Las ardillas son mis amigas", dijo ella, inocente.

Guderian se rió, "- Nos hiciste preocupar mucho, pequeña. Te estábamos buscando por toda la ciudad".

"- Lo siento. A veces, me gusta explorar y hacer nuevas amistades", explicó Pacifica, mientras acariciaba a una ardilla. Cristian sonrió: "- Está bien, pero debes decirle a tus padres cuando vayas a hacer esto. Ellos se preocupan mucho por ti".

La niña asintió, comprendiendo la preocupación de sus papás y prometió que a partir de ese día siempre les diría a adónde iba. Cristian y Guderian la acompañaron de regreso a casa, donde la familia de Pacifica la recibió con abrazos y lágrimas de alegría.

"- Gracias, detectives. Ustedes son héroes", dijo el papá de Pacifica, mientras que la pequeña les sonreía, disfrutando de su reencuentro.

El detective Cristian y Guderian se sintieron felices por haber resuelto el caso y, al mismo tiempo, aprendieron que la comunicación es clave para evitar preocupaciones innecesarias. Aquella aventura no solo había traído de vuelta a Pacifica, sino también una importante lección para todos: siempre compartir lo que uno planea hacer, y entender la importancia de la seguridad, incluso en un bosque lleno de amigos como ardillas y pájaros. Y así, el día concluyó, mientras el sol se ponía tras los árboles, llenando el cielo de colores cálidos.

FIN.

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